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El Peregrino Impertinente
A pesar de que la prioridad de los diarios argentinos sigue siendo competir entre ellos para ver quién es menos o más nacional y popular (según el caso), sus titulares también dejan lugar a tópicos no tan terrenales. En tal sentido, uno de los temas en boga es Marte. El desembarco del robot “Curiosity” en el planeta rojo, ha despertado el interés de los medios, y por ende, del hombre de la calle. De calle San Martín esquina Buenos Aires, ése que entre café y café siempre tiene tiempo para charlar sobre estas cosas.
Pero más allá de lo cautivante de la exploración en sí, llamó la atención una noticia en particular: la que involucra a Bas Lansdorp, un ingeniero holandés que pretende ofrecer excursiones al lejano planeta, cual si de agencia de viajes se tratara. Ya tenía que salir el típico empresario especulador que de tanto aspirar ibuprofeno con cal tira ideas como ésta, haciendo pasar vergüenza a esposa, hijos e hijos no reconocidos.
Veamos: lo que el tipo propone a través de su empresa “Mars One”, es transportar algunos “Turistas espaciales” a Marte para el año 2023. El periplo se extendería por siete meses, y costaría unos 6 mil millones de dólares. Dinero que se financiaría con la televisación de la experiencia, al mejor estilo Gran Hermano.
Lo que el víbora de Lansdorp no promete, es el pasaje de vuelta. Literalmente, sería un viaje de ida. Para argumentar semejante despropósito, uno de sus colaboradores sostuvo: “Bueno, siempre ha habido personas dispuestos a lanzarse hacia a lo desconocido. Pensemos en los vikingos, o en Colón”. Grave yerro el del muchacho, que confunde la audacia y la sed de aventura con la simple y llana pelotudez.
Igualmente, a los marcianos la noticia les cayó como una bomba. Conscientes que el aterrizaje de humanos en su gaucho y matrero suelo es cuestión de tiempo, ya estarían llevando a cabo la mudanza hacia otra galaxia. No quedan dudas de que son una raza sumamente inteligente.
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