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19 de Agosto de 2012
Transitando los caminos de la historia - Nota 305
Analfabetismo y miseria en 1939
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Escribe: Jesús Chirino

A finales de los años ‘30 se editó un estudio en relación a la vinculación entre las condiciones de vida y la primera escolaridad de los niños. Los resultados fueron volcados en el libro breve pero interesante que aún puede consultarse en la colección local de la Biblioteca Popular y Municipal Mariano Moreno.

Hablar de lo que brilla

“Analfabetismo y miseria. Pan-Ropa-Techo-A. b. c. d. e.” es un libro que, si bien no ha sido muy rescatado por nuestra historia escrita, merece formar parte de la tradición intelectual de esta ciudad que ha contado con grandes figuras en el campo educacional. La obra contiene poco más de cien páginas y es un ensayo escrito por el Dr. Arnoldo J. López, editado en 1939 por su autor en la ciudad de Buenos Aires. Este profesional en su juventud obtuvo el título de maestro rural, ejerció la docencia en nuestra ciudad, “en una chacra de Yucat arrendada por el señor Mateo Elena”, en Villa Nueva, en Los Surgentes, Benjamín Gould y otras localidades de la provincia. Hombre de origen muy humilde que casi al final del libro escribe “el autor del libro es hijo de la miseria, y de haberla vivido muy en serio…”. Vivió en el barrio “Villa Emilia”, actualmente Florentino Ameghino, en la calle Santa Fe 1979 de la ciudad de Villa María.
En la obra que nos ocupa, el autor no sólo se interroga acerca de la problemática del analfabetismo en nuestro país, sino que ofrece respuestas que apuntan a aquellas condiciones que hacen que este lamentable fenómeno no sea desterrado del escenario social. Es más, López tampoco se contenta con ofrecer hipótesis que expliquen, desde una dimensión social, la existencia de un alto índice de analfabetismo sino que proporciona datos empíricos con los cuales da robustez a sus afirmaciones. López habla de “una deuda común, que tenemos pendiente: el analfabetismo argentino” e inmediatamente referencia datos publicados por la Oficina de Estadística del Fichero Nacional de Enrolados “sobre los analfabetos existentes entre los inscriptos del padrón electoral -año 1932- correspondientes a la Capital Federal, provincias y gobernaciones. Inscriptos: 2.502.483. No leen ni escriben 498.868”. Recordemos que estos datos sólo cubrían la población masculina adulta.
Desde el punto de vista histórico, el libro de López posee una interesante riqueza, pues no sólo hace un relevamiento de diferentes bibliografías y datos relacionados con el analfabetismo en nuestro país desde sus inicios, sino que también proporciona una interesante descripción de un sector de la ciudad y la zona rural circundante. López no escribe para resaltar y dar lustre a apellido de familias tradicionales, ni para recalcar la capacidad de quienes son más beneficiados en lo económico. Por el contrario, traza una pintura profunda de aquello que muchos no querían ver, la extrema pobreza en la cual vivían las clases menos favorecidas de la ciudad y zona rural.

Datos empíricos

El 5 de enero del mismo año de la edición del ensayo que nos ocupa, López dice haber realizado un recorrido por la zona rural a fin de actualizar los datos con que contaba. Manifiesta haber andado por el campo en un pequeño Ford. Escribe: “Nosotros partimos desde Villa María subiendo por la calle Buenos Aires hasta la estancia del señor Ateca; de allí tomamos el camino a Alto Alegre; saliendo de esta población y describiendo líneas quebradas en nuestro trayecto, llegamos a Silvio Péllico. De aquí volvimos, igualmente en zigzagueantes líneas, hasta un desemboque en Buenos Aires, y bajando por esta calle regresamos al punto de salida”.
El viaje duró 13 horas, recorrieron 250 kilómetros, visitaron 22 chacras recabando datos de “37 hogares de campaña, casi todos en la miseria”. Acerca de las impresiones que le causó el recorrido, López escribió: “El viaje feliz en un principio se tornó fatigoso y tierrudo (sic). Mientras se abatía nuestro corazón, golpeado por la angustia de tantos episodios de miseria y analfabetismo que presenciamos”.
Un dato interesante que posee el libro es que reproduce, mediante un gráfico a escala, todo el recorrido que realizó el educador marcando dónde se encontraban los hogares que censaron. Así es que, por ejemplo, tenemos que los primeros 4 hogares estaban ubicados en tierras fiscales en cercanía de Alto Alegre. En el sector conocido como “La Lonja”. De los hogares censados en este lugar describe con detalles el caso de las familias de Evaristo Iglesia, Pedro Funes y Juan Sosa. Estas tres familias, como los siguientes casos, vivían en muy duras condiciones, bajos ingresos económicos, hacinamiento, etcétera. López describe con crudeza esa realidad, hace referencia a la gran mortalidad infantil, a los tres meses que duraba el ciclo lectivo en la zona rural y al trabajo infantil. Todos los datos que va exponiendo a lo largo del libro, y en especial con los recogidos en su trabajo de campo en el viaje descrito, mediante su experiencia en distintas escuelas y los del barrio Florentino Ameghino de Villa María le son útiles para reafirmar su tesis sobre que la miseria la principal causa del analfabetismo. Mucho más que la distancia a los centros educativos o la incomprensión por parte de los padres de la importancia de lo educativo. Y éste es un fenómeno que él ve repetirse tanto en la zona rural como en urbes de diferentes tamaños: “…de 100 analfabetos en edad escolar que habitan las populosas ciudades, 99 no van a la escuela porque viven en la miseria”.
A su trabajo censal en la zona rural, López suma un trabajo similar que realiza en el barrio en el que vivía. Abarcó a quienes vivían en radio de 80 metros a la redonda de su casa en la calle Santa Fe 1979. Con los datos realiza un cuadro en el cual puede observarse el nombre de los analfabetos, domicilio, distancia a la escuela gratis, lo poco que comen sus familias, la ropa que vestían y el tipo de vivienda. Esos datos, junto a las observaciones que plasma el autor, permiten advertir el nivel de pobreza existente en la Villa María de 1939. Entre los datos surgen familias que comen “sopas de yuyos”, viven en ranchos que se están desmoronando, visten con harapos, no tienen baños sino latas para orinar y paja brava en parte del terreno que ocupan. La manera que López tiene de consignar los datos que obtiene en su investigación permite acceder a ciertos registros orales de los entrevistados y así advertir maneras del habla popular de entonces.

Grandezas y mezquindades

El maestro López estructuró varias propuestas para la lucha contra el analfabetismo, y las expresa claramente en su libro. Una de ellas es la construcción de instituciones que denomina Hogar del Niño, donde “…se confunde en una misma cosa el templo del saber con el hogar de los afectos”. Allí deberían ir los niños que viven en la miseria. Para López la lucha contra la miseria es fundamental, es así que uno de los principios acerca de analfabetismo que escribe dice “El analfabetismo es mala planta y la miseria su raíz”.
Por último debe decirse que si bien habla del analfabetismo en el país y realiza un análisis de diferentes variables, su estudio hace centro en Villa María porque, dice: “Lo que ocurre en nuestra ciudad, es extensivo a todas las grandes urbes del país...”. Señala que todas las ciudades “exhiben sus grandezas y esconden sus mezquindades… Buenos Aires, su Florida. Rosario, su Puente de los Suspiros, Villa María, su plaza: la mejor de Sudamérica, y las tres urbes de la Nación, sus analfabetos en la miseria”.

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