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Rüedi al frente de la casa de don Laureano - El austero mobiliario habla de la humildad de persona que tenía “el médico de los pobres” |
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Rubén Rüedi está de para bienes. Sus trabajos historiográficos y literarios siguen apareciendo y aportando valiosas piezas para la bibliografía de la ciudad y la región. Mientras espera la inminente llegada de su monumental “Historia de Villa María”, acaba de publicar su libro “Maradona, el médico de la selva”, que tiene como protagonista central la vida y obra del médico rural Esteban Laureano Maradona. Esta obra será presentada en nuestra ciudad el miércoles 5 de setiembre en el auditorio de la biblioteca Mariano Moreno. A partir de allí, se socializará el jueves 6 en Etruria, el viernes 7 en Las Varillas y el sábado 8 en San Francisco. Maradona fue un paradigma de la humanidad, pasó más de 50 años en Estanislao del Campo (Formosa) ayudando, sobre todo, a comunidades indígenas de la zona. Hombre austero, recto, intelectual, idealista, un gran ejemplo que no debemos olvidar.
El Narval Ediciones es un emprendimiento personal de Rüedi a través del cual se editan y comercializan sus libros en sociedad con una imprenta de Capital Federal. Hasta el momento son siete las obras del ex presidente de la Junta Municipal de Historia que tiene mucho más para contarnos.
Por Darío Falconi
eldiariocultutra@gmail.com
Según se relata en este libro, Maradona era llamado por los aborígenes “Piognack”, que en lengua pilagá significa “doctor, sabio, hombre sublime”. Luego de la investigación respectiva, los viajes y las entrevistas a personas que frecuentaron a Maradona, Rüedi logró plasmar en un pequeño volumen el mundo de este hombre para que podamos valorar su vida, obra y entrega.
Nos pareció prudente, entonces, comenzar esta nota consultándole sobre los motivos que lo llevaron a investigar sobre el médico naturista.
-¿Por qué un libro de
Maradona? ¿Cuándo
decidiste realizar esta
empresa?
-En esto de andar hurgando historias alguna vez descubrí a Esteban Laureano Maradona. Recuerdo que fue en Cosquín, al otro día de su muerte, en enero de 1995. Allí había una representación indígena de Formosa. Con ellos me interioricé sobre quien había sido el hombre. Me conmovió su gesta y me propuse ahondar en su vida. Y no me detuve. ¿Cómo empecé? Muy simple. Busqué en la guía telefónica de Estanislao del Campo y marqué un número cualquiera. Esa persona se conmovió porque alguien de tan lejos preguntara por el “doctorcito”. Al poco tiempo viajé a ese pueblo. Recorrí los casi 1.400 kilómetros con tan sólo un grabador y una máquina de fotos. Como quien se lanza a la mar en una cáscara de nuez.
Hice otro viaje, además, con dos camarógrafos para realizar un vídeo.
-¿Qué valoración creés que hace la historia de la tarea que realizó Maradona?
-La historia argentina tiene deudas pendientes con los héroes ignotos, con paradigmas de la humanidad que por ser de aquí, a veces, no sabemos valorar. Maradona es uno de ellos. Es propio de un pueblo al que durante dos siglos le inculcaron la autosubestimación como una manera de someterlo. Y no hay mejor estrategia de sometimiento que la propia desvalorización.
-¿Cómo fue el rastreo
historiográfico? ¿Cúanto aportaron las entrevistas de sus contemporáneos?
-Me relacioné con su familia que reside en Rosario, principalmente con su sobrina-nieta Dolores Maradona, quien lo acompañó hasta su último suspiro. Ella me aportó información muy valiosa. Fue fundamental el segundo viaje que hice a Formosa. Oportunidad en que pude departir con la comunidad aborigen de la colonia Juan Bautista Alberdi, de la cultura pilagá, fundada por el propio Maradona. También los aportes de quienes compartieron buena parte de su vida, como Napoleón Carvajal, el profesor Aníbal Gallay y el doctor Lorenzo Boomann, fueron fundamentales para la reconstrucción de su historia. También alguien de aquí cerca que lo conoció, el profesor Américo Tissera. Pero el testimonio de los indígenas es la base del libro.
-¿Cuándo lo llevarás a
Formosa y qué tenés
pensado hacer allá?
-El libro va acompañado del vídeo que registramos en los lugares donde transcurrió la historia que se narra en la obra. Donde se reflejan, también, el testimonio de los pilagá que aún habitan las entrañas de la selva formoseña. Ya tenemos programadas más de 20 presentaciones en distintos puntos del país. Incluso una en Neuquén. En noviembre lo presentaremos en Barcelona, con motivo de mi viaje a Italia para llevar el libro, versión en lengua italiana, de “Salvato, el hombre del corazón de pan”. En Formosa lo presentaremos en marzo. Y será algo muy singular. Presentaremos el libro en la escuela de la comunidad pilagá, en la selva formoseña.
-Más allá de su
conocimiento, su entrega, es sorprendente la manera en que vivió y como, teniendo varias oportunidades de
mejorar su situación
personal, se empeñó en
continuar de la misma
manera el resto de su vida. Rubén, ¿qué fue lo que más te sorprendió de la vida de este hombre?
-Quienes predican con el ejemplo son los hombres verdaderos. Los que no necesitan palmadas laudatorias o no claudican ante la vanidad. Esos pasan a la historia, no quienes se lo proponen con grandilocuencias. Maradona fue un asceta que prodigó su vida por el prójimo. El no renunció al placer de vivir. Vivió intensamente gozando de una existencia que derrochaba bonhomía. Y esa es una manera de alcanzar la felicidad. Fue un tipo que renunció a lo prescindible, entendiendo que lo único imprescindible es el bienestar del prójimo. Porque todos somos el otro. Eso es grandeza.
Maradona fue un hombre fiel a su juramento hipocrático. Dijo: “Que sólo los demás tengan derecho sobre mí”. Hizo de la medicina un bien social.
Cuando entré a su humilde vivienda, hoy convertida en museo y vi el camastro donde dormía, el cántaro de barro donde conservaba su agua fresca, su ropa sencilla colgada de un perchero, sin ropero alguno, cuando escuché una voz indígena diciendo “el doctor quería mucho a nosotros los indios. Maradona muy bueno con nosotros”, entendí que estaba frente a un compromiso de vida. Y en la vida los compromisos se asumen con pasión o se dejan de lado. Yo decidí asumirlo.
-¿Cuántos Padre Hugo... cuántos Maradona... cúanta gente así haría falta hoy,
verdad?
-No se repiten. Salvato fue único. No habrá otro igual. Su vida es conmovedora. Aún hoy sigue siendo un fresco manantial ante tanta mediocridad humana. Esteban Laureano Maradona, con su vida increíble, su altruismo, fue único. No habrá otro igual. Pero hay muchos padres Hugo y muchos Maradona anónimos. Para eso estamos nosotros, los que hacemos historia, literatura, para exhumarlos del olvido y reconstituirlos como espejos donde se refleje una sociedad con valores.
-Teniendo en cuenta que has publicado 17 libros, ¿qué
sentís al ver aparecer otro
libro de tu autoría?
-Entusiasmo, ganas, pasión, compromiso, desvelo y una forma de vivir que conlleva el despojo. Despojarse de lo que no es trascendente, de la literatura banal, del exitismo, de la historia copiada, repetida. Para que quede… No uno, que es “sólo humo que se disipa en el espacio”, como dijo Maradona, sino tanto tiempo de entrega. Este derrotero que traza la propia esencia y que va hacia las costas del futuro. El aporte para una sociedad mejor, digamos.
Este trabajo es un acto de amor. Y sin amor, somos algo parecido a las amebas.
-Se viene la "Historia de
Villa María" en tres tomos, ¿qué nos podés adelantar al respecto?
-La “Historia de Villa María” contiene una obra de casi 1.000 páginas, divididas en tres tomos. Es un esfuerzo personal que hoy, viéndolo salir a la luz, me llena de orgullo. Trabajé 15 años en esto. ¡Una eternidad! Casi todos los días. Le puse el alma. Y ya está. Cuenta nuestro pasado desde las profundidades. Desde la llegada de los primeros cazadores recolectores que arribaron a estas tierras hace milenios, hasta el año 2000. Investigué desde la arqueología, la antropología, la paleontología, la historia política y social, hasta la historia oral. Los tres tomos de La Historia de Villa María se presentarán en la escuela José Bianco el 28 de setiembre. Dicen que para un autor, el libro es un hijo… Esta obra es mi madre, mi padre, mis abuelos. Todos ellos algo dejaron en esta bendita ciudad. Yo quiero dejar este trabajo.
Rubén Rüedi continúa rescatando del olvido a personas que desde su humilde lugar han logrado mucho por los demás, ya lo hizo con el libro del Padre Hugo Salvato, ahora lo hace con el doctor Esteban Laureano Maradona, le sigue una imponente Historia de Villa María que será uno de los mayores legados que le deje a esta ciudad que está próxima a cumplir 145 años.
Hombre de tesón de hierro, sigue “hurgando” las historias de personas con un alto compromiso social. Mediante su estilizado uso de la palabra, el escritor e historiador local, atrapa en cada relato que narra. “Maradona, el médico de la selva”, es un pequeño libro que vale la pena tener en nuestra biblioteca, logra combinar lo biográfico, lo periodístico, con una rica prosa literariamente, a la que Rüedi ya nos tiene acostumbrados.
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