Hija de padres italianos (Josefina Grasanni y José Roberto Calvi), cuarta hija entre 13 hermanos, casada a sus 17 años con Francisco Pedrazzani, mamá de cinco hijos. Solidaria, mujer siempre dispuesta a escuchar a los otros.
Hoy tiene 98 años y es la “amiga de la ciudad” de Villa Nueva, según el Rotary Club.
Se llama Teresa Constanza Calvi de Pedrazzani y es madre de Raúl, Teresa, Carlos, Elva y Wilma, abuela de 13 nietos y bisabuela 36 veces.
Desde la institución rotaria, remarcaron que Teresa crió y educó a sus hijos y que fue el apoyo de su esposo en el trabajo.
“Mientras don Pancho arreglaba motores, ella levantaba la manguera para despachar nafta en el único surtidor que tenía el pueblo en aquel entonces”, indicaron en el acto en que se conoció la nueva distinción. “Pancho” Pedrazzani se unió a ella el 21 de noviembre de 1930 y fue un comerciante y mecánico que integró la comisión que levantó el Monolito al Paso de Ferreira.
Posteriormente, la dama atendió en su ferretería y bazar, al que llamaron “El hogar”, en una vieja casona de calle Mitre. Medio siglo compartieron con los villanovenses desde ese comercio, una insignia en la historia popular de la localidad.
“La ferretería de la Teresa”, decían los vecinos.
Luego de la sanción de la ley que posibilitó a las mujeres el votar, comenzó su actividad política y acompañó a su esposo en la organización del peronismo.
Mientras tejía y cosía, se inmiscuía en la vida política, hizo campañas y ofreció su casa por mucho tiempo para el comité.
Para el Rotary, “supo despertar conciencia dormida de muchas ciudadanas, poniendo su pensamiento y acción al servicio del bienestar del pueblo”.
Sus hijas, presentes en la ceremonia de distinción, habían revelado varias anécdotas a los promotores de esta designación. Se supo entonces que los artículos de la ferretería llevaban consigo un cuento, una anécdota o un chiste. Y que en su local había dos sillas, una para ser ocupada por algún vecino que llegaba para revelarle algún pesar y ella lo aconsejaba.
Solía acompañar a parturientas al hospital y colaboraba con Avelina, una recordada modista local, en el arreglo de los vestidos de novias.
Muchos la recuerdan tomando mate en su vereda junto a su esposo, concitando la atención de los vecinos.
El Rotary valoró su trabajo, sensibilidad social, dedicación, su “profunda e inequívoca vocación de servicio y solidaridad, con habilidad, honestidad y muchísima alegría”, según indicaron.