Hace tres años que Juanjo Romitti, reconocido locutor y conductor de la ciudad y su compañera, María Natalia Videla, resolvieron instalarse en el barrio Vista Verde.
Ambos coinciden en señalar que eligieron ese sector de la ciudad por la cercanía con la naturaleza. “A mí me hace acordar el verde que veía en mi Leones natal”, dijo Romitti.
En las caminatas que mantenían por la zona, incluso antes de radicarse en el barrio, veían un problema recurrente: el mal estado de los animales utilizados para diferentes trabajos forzados.
“En el programa de radio (ACT Cargo, por la 105.3) somos mascoteros. Tenemos el concepto de que debemos cuidar y preservar a todos los seres vivos y notamos que para las mascotas, como perros y gatos hay más voluntarios. Pero en cambio, no pasa lo mismo con los animales utilizados para la tracción a sangre”, explicó Juanjo, la voz cantante del equipo.
Natalia aporta la sensibilidad y el amor por esos animales. Es profesora de Equinoterapia y sabe valorar la nobleza de esos animales.
“Empezamos a salir a caminar con una libretita y anotábamos el lugar donde estaban y lo que padecían. Cuando veíamos uno enfermo, le preguntábamos al dueño si quería que le trajéramos los remedios para curarlo. Algunos, que quieren y cuidan a los animales, nos recibían bien y aceptaban la ayuda. Otros, no tanto”, dijo Natalia.
“Aunque no lo creas, el caballo es el único animal que trabaja hasta morir. Hacen tanto esfuerzo, que muchos -por día y en esta ciudad- terminan rompiéndose el tendón del cuello donde hacen la fuerza”, apuntó Juanjo.
Como suelen suceder las cosas, un día, se produjo un acontecimiento que marcó el rumbo de la pareja. Estaban caminando por la zona de Vista Verde y encontraron al caballo que dio origen a “El Potrerito”, el espacio dedicado al cuidado de los equinos que sostienen ambos, junto a colaboradores.
“El caballo estaba tirado en el suelo. Primero lo creíamos muerto, porque se veía sólo la piel y de tan flaco que estaba, se notaban los huesos. Cuando vimos que respiraba lo incorporamos y con la gente de la Veterinaria El Fortín (Virginia de Vargas y Fabián Secullini) lo curamos”, recordaron.
Necesitaban un lugar donde dejarlo para alimentarlo y darle los cuidados necesarios. Muchas personas ofrecían sus patios, pero en seguida debían sacarlo por las quejas de los vecinos.
“Acá donde está ‘El Potrerito’, vivía una familia que usurpaba la casa y tenían toda la intención de dejarla. Ellos nos prestaron el patio mientras regularizaron su situación y nos ayudaron mucho a empezar. Había mucha basura y limpiamos todo para dejar el predio en condiciones. Mientras, nosotros averiguamos el nombre de los dueños de este lote, y logramos alquilarlo por unos años”, informaron.
De su bolsillo pagan el alquiler de “El Potrerito”, ubicado sobre la costanera, al lado de la Casa de la Familia. También le dedican el tiempo que requiere cada caballo. “Cuando encontramos uno que está muy enfermo, por ahí estás dos semanas sin separarte para que se recupere”, señalaron.
“Para juntar fondos, hicimos una escuelita de fútbol y en la cancha pusimos unos carteles con publicidad de empresas que nos apoyan, a los fines de hacerlo sustentable”, indicaron.
“El Flaco”, el caballo que dio origen a “El Potrerito”, tuvo un final predecible. La solidaridad de Juanjo y Natalia se encontró con una barrera implacable: el derecho de propiedad del dueño que lo había dejado tirado, pero cuando lo vio recuperado, fue a reclamarlo.
A las dos semanas de volver con su propietario, “El Flaco” estaba otra vez en muy mal estado y con el apoyo de la Policía, lograron recuperarlo y darle el cuidado necesario. Pero su estado era tan lamentable, que murió un 19 de julio, el día previo al Día del Amigo.
En los cinco años que vienen recorriendo la zona con su libreta de anotaciones y en los dos años que funciona “El Potrerito”, los chicos recuperaron 63 caballos. Una vez que están curados y en buen estado, piden alojamiento en campos de la zona, para que puedan vivir “una jubilación” tranquila en un medio más amigable.
Pese a que vienen trabajando en silencio, se fueron haciendo conocer en la ciudad y muchos los llaman cuando ven un equino en mal estado y ellos acuden para recuperarlo. Hasta la Patrulla Rural, de la Policía, les pide asistencia.

Alternativas

Juanjo y Natalia saben que los animales son el medio de vida de muchas familias que subsisten de la extracción de arena.
“Nosotros creemos que hay que buscar alternativas, que puede haber si se comprometen las instituciones”, indicaron.
La idea, que fue presentada en la Municipalidad, es fomentar la formación de cooperativas de trabajo para que los areneros encuentren un trabajo que redunde en un sustento digno para sus familias, respetando las necesidades sociales, ambientales (cabe recordar que está prohibida la extracción de áridos en el río Ctalamochita desde el año 1991) y de defensa de los derechos de los animales.
“Nosotros hablamos mucho con los areneros. Algunos creen que no van a poder hacer otra cosa, pero la mayoría se entusiasma al pensar que tiene una posibilidad de trabajar mejor, en mejores condiciones”, agregaron.
Mientras Juanjo y Natalia, acompañados de Juan Ignacio, el pequeño hijo de ambos, charlan con EL DIARIO En los Barrios, llegan al lugar algunos colaboradores, con sus hijos y perros.
Se percibe desde lejos que ese espacio es un espacio de libertad, donde el amor por todo ser vivo es lo que prima y el beneficio, poder criar a los hijos en un ambiente saludable, en contacto con nobles animales y con la naturaleza.
La pareja, si bien hace poco que llegó a Vista Verde, pudo imprimirle un cambio a pocos metros del barrio, rescatando lo mejor de cada vecino.