Un 25 de agosto, pero de 1967, murieron el piloto de Turismo Carretera Oscar Cabalén y su acompañante José Giménez cuando probaban un Ford Sport Prototipo en el circuito de San Nicolás y a partir de entonces el “Califa Grande” se convirtió en una leyenda de la popular categoría.
En esa década de transformaciones técnicas importantes en Turismo Carretera, el “Team Racing Ford Argentina” puso en pista al prototipo construido por Horacio Steven para contrarrestar el dominio de Torino.
El auto comenzó su derrotero con un accidente en la primera carrera que disputó a comienzos del 67 en el entonces llamado “Autódromo Municipal” cuando su piloto, Atilio Viale del Carril, fue embestido en una carambola de varios autos al esquivar a la “cupecita” de Julio Devoto.
El 17 de agosto el revolucionario auto de Ford, conducido por Viale del Carril, se incendió en el curvón del autódromo porteño y murió su acompañante José Giménez, pero eso no amilanó a Cabalén que siguió con su ilusión.
Ocho días después se iba a correr el 6º Gran Premio de TC General Manuel Savio en el “Circuito Somisa de Ramallo” y el fatídico viernes 25 de agosto, dos días previos a la carrera, el auto de Cabalén se despistó, volcó y se incendió.
Ahí quedó el hombre que inspiró a llevar su nombre al autódromo de Alta Gracia, Córdoba, en justo homenaje a un piloto que se destacó con cada auto de carrera que cayó en sus manos, después que abandonó su otra pasión, el motociclismo.
Oscar Cabalén nació el 4 de febrero de 1924 en Chabás, Santa Fe, vivió en Cañada de Gómez con sus padres y a los 8 años manejó un auto de su progenitor, después se afincó en Córdoba, en Ballesteros, donde se compró una moto HRD “Vincent” por 4.800 pesos.
Su bautismo fue en Bell Ville con una victoria, hasta que en 1949, luego de una caída que lo tuvo enyesado durante seis meses, se inclinó por las cuatro ruedas.
Adquirió un Chevrolet 39, le colocó un motor 46 y debutó el 1 de julio de 1950 en la Vuelta de Córdoba. En su segunda carrera en Chaco abandonó tras pelear la punta con un grande del TC, el juninense Eusebio Marsilla, el “Caballero del Camino”.
Los autos de Turismo fueron también su debilidad, en 1952 salió segundo en la carrera Panamericana de México, con uno de los Ford que adquirió con el mítico Domingo Marimón y en 1954 viajó a Europa a correr las Mil Millas, con un Alfa Romeo.
Alternó Turismo Carretera con Turismo Mejorado, con singular suceso, y se inclinó por autos importados como Alfa Romeo, Lancia o Mustang y el 6 de noviembre de 1966 apareció con un Falcon de TC y salió segundo en el Gran Premio.
En 1967 ganó en Arrecifes, La Pampa y Córdoba, y fue encarnizado rival de los Torino tripulados por Eduardo Copello, Héctor Luis Gradassi y Jorge Ternengo, y preparado por el “Mago” de Alta Gracia, Oreste Berta.
El “Califa Grande” Oscar Cabalén (el chico era otro grande, Nasif Estéfano) será recordado siempre por la cátedra del automovilismo como un gran piloto, familiero, amigo entrañable y, especialmente, por un coraje que se fortalecía al tomar el volante.