Claudia Vega (INTA Manfredi) abordó las “Bases funcionales para mitigar el impacto del estrés ambiental en soja”, durante el Simposio de Soja y Maíz realizado en la capital provincial el 22 y 23 de agosto.
“La idea con la presentación fue poner la discusión en la calidad ambiental, lo cual es clave para cualquier cultivo, tanto para el maíz como para la soja. En este sentido, uno puede hacerse preguntas de cómo es la calidad ambiental donde yo estoy y así cómo es la calidad ambiental en las etapas críticas”, explicó Vega.
En esa línea, la presentación apuntó a mostrar cómo se puede caracterizar esa calidad ambiental en términos de agua, demanda atmosférica, radiación solar y la probabilidad de los estreses térmicos e hídricos. “A veces con decisiones que no son acertadas, como fechas de siembra por grupo de madurez, que lo que hacen es poner las etapas críticas en ambientes muy estresantes, perdemos rendimiento”, agregó la experta del INTA Manfredi.
Para profundizar sobre el proceso, Claudia Vega se explayó: “Por ahí la soja puede estar andando bien vegetativamente, con buen área folear y con buena cantidad de hojas, pero reproductivamente está funcionando mal, porque el estrés térmico que supera los 26 grados empieza a repercutir sobre el crecimiento reproductivo de la soja”. Para revertir la situación y dar respuesta, la técnica dijo que cuando se conoce un poco más el cultivo, la etapa crítica y si se hace la combinación con una en particular, se puede decir qué hay que cuidar y qué no.
“Si estamos en una zona de alta calidad ambiental, porque tenemos una napa freática y estamos en una zona pampeana donde no hay probabilidades de estreses térmicos e hídricos combinados o en una zona de pedemonte, tenemos una alta calidad ambiental, entonces hay que buscar captura de radiación solar, lo que nos va a permitir maximizar el rendimiento, pero si estamos en una zona complicada hay que hacer una estrategia de escape temporal para colocar la etapa tirando a febrero”, argumentó Claudia Vega.
Los estreses más fuertes son los de enero, porque tienen una alta demanda atmosférica, lo cual exige de 6 a 8 milímetros de agua por día. De este modo, una buena radiación solar va de la mano de una alta temperatura. “Tenés probabilidades de estreses térmicos, hay que saber que a veces la media puede no variar tanto, pueden ser dos o tres grados más de media, pero eso implicó un cambio en la temperatura máxima de hasta seis grados. Entonces hay que prestarle atención a esas probabilidades de episodios de estrés térmico. Y con estas estrategias de escape evitar la superposición de las etapas críticas de la soja, el maíz o cualquier cultivo con ese ambiente”, remarcó la representante del INTA Manfredi.