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Luiz Carlos tiene 41 años y hace cinco tuvo un accidente que “le cambió la visión de las cosas” |
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“Esta ciudad me gusta”, dijo en portugués a la periodista sentada en la mesa de un bar céntrico. Luego, usó sus manos para dibujar el llano en el aire. No hay cuestas arriba ni abajo, como en su pueblo del Estado de San Pablo (Brasil) y su habilidad para manejarse en la silla de ruedas quedó perfectamente demostrada.
Luiz Carlos Novaes “Psiu”, de Santa Cruz do Rio Pardo, estuvo en Villa María participando del campeonato sudamericano de levantamiento de pesas el pasado 26 de noviembre. Fue primero en su categoría y acumuló otra medalla, a las tantas que ganó en el ambiente deportivo.
Pero no sólo los kilos levantados, el tenis de mesa o el lanzamiento del disco forman parte de su equipaje. También decidió participar en política y el pasado 5 de octubre fue electo “vereador” ( concejal) de su ciudad.
“Es la primera vez en la historia de mi ciudad que una persona especial estará en el Legislativo... Soy una voz, pero ahora soy la voz de muchas personas.” Habla con entusiasmo y confiesa en su idioma que sueña con ser prefecto (intendente).
Tiene tanta alegría de vivir que contagia. “Esto que me pasó es una gratificación de Dios”, dice señalando sus piernas inmovilizadas.
¿Una gratificación? No estaba segura, esta cronista, si entendía bien la palabra pronunciada en portugués. “Sí, premio.”
“Después del accidente cambió mi visión de la vida, veo las cosas distintas y siento que puedo ayudar a la gente.”
En 2003, Luis se conducía en un cuadriciclo y tuvo un accidente. Se quebró la cervical 5. “En el mismo momento me di cuenta que no podría caminar más. Soy profesor de gimnasia y lo supe.”
Desde ese día, Luiz Carlos comenzó a transitar un camino dispuesto a mostrar que “todo se puede”. “Todos podemos descubrir el real motivo por el que estamos aquí en el mundo y tenemos la fuerza para hacerlo.”
Es lo que intenta demostrar en cada giro de su silla que se deslizó por las calles de Villa María. “Podemos, más allá de nuestras capacidades diferentes.”
Y con una sonrisa y gran fortaleza explica su secreto: trabajo, agradecimiento a Dios por la vida, perseverancia para cumplir los sueños, compromiso con el prójimo. No conoce la palabra resignación.
Tiene claro que a su ciudad, y a muchos lugares, le faltan leyes para que las personas con capacidades diferentes puedan tener igualdad de oportunidades.
“No hay rampas, hay obstáculos”, destaca y señala esa silla que lo lleva hasta el umbral de sus ilusiones, hasta la misma línea de la utopía.
“Los que pueden andar, andan menos que yo”, expresa y suelta una carcajada.
Pasó por la Villa, recorrió la costanera, fue a un boliche bailable, intentó comunicarse a pesar de las diferencias en el idioma. Se llevó una medalla y dejó su huella. Optimismo, fortaleza, ejemplo de superación.
Un campeón de la vida.
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