Desde esta columna siempre he intentado, dentro de mis limitaciones, hacer aportes a la comunidad para mejorar la calidad de vida de mis semejantes, pero hoy deseo realizar una reflexión con respecto a lo vivido por colegas trabajadores de la salud en su lugar de trabajo.
Como médico no puedo ni debo dejar pasar un episodio que vivieron colegas de la ciudad de Buenos Aires, cuando unos desaforados ingresaron al hospital donde prestan servicios y fueron amenazados y algunos golpeados, con total impunidad y a la vista de la Policía, y luego se retiraron prometiendo volver si no se hacía la justicia que ellos reclamaban.
Todo se habría generado por un presunto caso de mala praxis que estaba ya en la Justicia, ya que el juez interviniente había secuestrado la historia clínica y, según manifestaciones del director del nosocomio, se habían puesto a disposición del mismo todos los profesionales intervinientes en el caso.
A los magros sueldos, la infraestructura obsoleta y perimida, la falta crónica de insumos, y a esfuerzos gigantescos parece que uno puede acostumbrarse, ni qué contar a los correambulancias, que lucran vilmente con el padecimiento de la gente, pero que cuando alguien no esté de acuerdo con el resultado obtenido luego de una atención médica, quiera hacer justicia por mano propia no lo podemos tolerar. ¿Cómo sigue prestando servicio un médico que ha padecido esta circunstancia ?
Que la sociedad está agresiva, exaltada, nerviosa y fácilmente irritable vaya uno a saber por qué, se puede entender, pero que de este estado pase a la agresión física es porque algo está mal. Como comunidad deberemos trabajar y mucho para volver a conseguir un mínimo orden que permita ejercer la actividad que sea sin estar en riesgo de ser agredido por alguien que no está de acuerdo con lo que hacemos o decimos.
No sólo en Buenos Aires ha sucedido, en otros lugares pasa, y por eso vemos que hace tiempo existe seguridad en los nosocomios para garantizar un orden elemental que nos permita una sana convivencia. No se puede ejercer ninguna actividad bajo la presión que significa verse amenazado de una agresión física. De ningún tipo de agresión.
Es de esperar que las autoridades respectivas garanticen nuestro ejercicio profesional que como varias veces se ha manifestado, es de medios, y no de resultados, y menos como algunos creen que deben ser. Para estos irracionales se deberían aplicar medidas que desalienten conductas agresivas, y esperar que sea la Justicia la que determine si existió o no alguna conducta irregular.
Mientras tanto mi más contundente repudio a todo acto de agresión, sea de la índole que fuere.
Dr. Raúl Eloy Baigorrí
Centro Privado de Oftalmología