"Titi rechazó los ascensos que le ofrecían en el Banco, porque queríamos quedarnos acá en Villa María”, señaló Norma Jaureguy, esposa de Antonio “Titi” Paul, vecinos del San Justo que eligieron ese lugar en el mundo para criar a sus hijos y ver ahora crecer a sus nietos.
“Es hermoso este barrio. Nosotros somos de La Carlota, donde nos conocimos, nos pusimos de novios y nos casamos. Nuestros vecinos eran los familiares y cuando llegamos acá, solos, nos parecía difícil. Sin embargo, los vecinos de esta ciudad mostraron una calidez y solidaridad, por eso es que decidimos quedarnos”, señaló Titi, jubilado del Banco Nación.
El matrimonio abrió las puertas de su casa a EL DIARIO en los barrios, para contarnos su experiencia en ese sector de la ciudad que es su barrio.
“Llegamos a Villa María en 1967 y alquilamos una casa en Mendoza y Periodistas Argentinos”, dijeron. Ya en 1972, llegaron al barrio en virtud de un crédito del Banco Hipotecario Nacional, que por entonces tenía sede en Bell Ville.
“Era todo desolación. A nosotros nos gustaba igual, pero había muy pocas casas viejas cuando llegamos los 66 vecinos nuevos que vinimos en banda por ese crédito, que nos daba la casa llave en mano”, señalaron.
Todos eran matrimonios jóvenes, con niños. “Era la época en que se hacía la una de la mañana, y los chicos jugaban todavía en la calle”, recordaron.
“Cuando llegamos a la casa, nuestras hijas (Sonia y Cristina, ambas docentes de la escuela del barrio, el Instituto Manuel Belgrano) eran chiquitas y eligieron el dormitorio que da hacia el noreste para ver las luces de los camiones que pasaban por la ruta pesada. Es que era todo campito y se veía clarito la ruta, pese a que está a varias cuadras de la casa”, indicaron.
Luego, vinieron más planes habitacionales, como el destinado a los empleados de EPEC y el barrio se fue poblando.
“Cuando llegamos, no había más que energía eléctrica. Ni agua, ni pavimento, ni gas ni cloacas. Todo fue llegando con el tiempo”, indicaron.
“Nosotros fuimos pagando las cuotas al Banco. Como había inflación, el valor era cada vez más accesible. En esos años, hubo un rumor de que iban a indexar las cuotas así que saldamos todo antes. El vecino que no podía, lo ayudamos entre todos y así nos salvamos de la indexación”, recordó Titi.
Con respecto a las cloacas, quedó en el recuerdo de todos el hecho de que habían pagado las cuotas, pero la empresa que tenía a su cargo la obra, quebró. En consecuencia, para que llegara el servicio, debieron volver a pagarlo.
“Cuando se fue poblando el barrio y con la llegada de los servicios, se fue dando un crecimiento institucional. Por ejemplo, la escuela (Mariano Moreno) trajo a su alrededor un montón de comercios que permiten desenvolverte en el barrio sin tener que ir al centro”.
Un lugar en el mundo
Norma dejó en La Carlota el trabajo que desarrollaba como administrativa en el Hospital y Titi, vino a esta ciudad como empleado del Banco Nación, donde se jubiló después de 49 años de trabajo. “Entré al Banco con 17 años y había un gerente que se reía de mí y me decía: ‘Usted se sacó el traje de la Primera Comunión y se puso el de bancario’”, recordó.
Hoy, ambos tienen 73 años y pueden decir que han construido en el San Justo un lugar en el mundo.