Más allá del tradicional viento de agosto todo estaba en calma en la Terminal de Omnibus.
Pero, bien dice la canción “nada es para siempre” y de pronto una sorpresa cayó del cielo. Mejor dicho, del techo.
Es que en una de las plataformas de la estación de pasajeros ubicada en Sarmiento y Alvear, un pedazo de cielorraso decidió abandonar “su lecho”, arrojarse a los pies de algún pasajero circunstancial y tomarse el bondi.
No hubo que lamentar consecuencias, más allá de un sobresalto o el espontáneo grito: “Cuidado... con el techo”.