El público masivo pensará (y no sin razón) que los primeros dibujos animados nacionales fueron creados por Manuel García Ferré en los 60 con “Las aventuras de Hijitus”.
Los más estudiosos citarán, por cierto, a “Upa en apuros”, el primer corto en colores realizado en 1942 por Dante Quinterno, cuyo protagonista era el hermano del cacique Patoruzú. Sin embargo, sólo los verdaderos especialistas (como Alejandro González y Paula Asís, investigadores principales de este proyecto) podrán decir que la historia de la animación en nuestras tierras comienza en 1917 con el largometraje “El apóstol”, de Quirino Cristiani, hecho con figuras recortadas. Y he aquí una curiosidad que trasciende fronteras: “El apóstol” no sólo es el primer largo de nuestro país, sino del mundo entero, antecediendo a Walt Disney.
Si todos estos datos son desconocidos para el gran público, es debido a que la animación es “esa hermana huérfana del cine, al decir de González. Hasta hace muy poco no contaba en Argentina con ningún libro que relatara su rica y compleja historia”.
Entonces apareció en 2003 la “Breve historia del dibujo animado en la Argentina”, de Raúl Manrupe. Y allí se referían algunos de sus hitos pero no todos. “Ese libro estaba contado desde una visión centralista desde Buenos Aires -dice Paula Asís- como si no hubiese pasado nada importante fuera de la Capital. Y claro que pasó y pasa, sólo que no tiene visibilidad”.
De esta constatación nace el título del proyecto: “Visibilización de la animación argentina 1960-2010: estilos, autores, obras”. Dirigida por la magíster Cristina Siracusa y co-dirigida por González y Asís, el equipo se completa con dos egresadas y animadoras locales: Carolina Segre y María Eugenia Fiorenza junto a los alumnos Lucas Charra, Carolina Hernández y Luz Cantisani.
Por realizadores y escuelas
“La idea del proyecto -comenta Asís- nace al ver el poco material sistematizado que había sobre la historia de la animación y su enseñanza en Argentina, porque además del libro de Manrupe sólo encontramos iniciativas aisladas centradas en Buenos Aires. En el interior hay cosas muy importantes ahora. El Centro Experimental de Córdoba es una de las instituciones más nombradas del interior, sobre todo a través del festival Anima. En Rosario, con Pablo Rodríguez Jáuregui se armó la Escuela Municipal. Y ahora en Villa María, en la carrera de Diseño y Producción Audiovisual se dicta la materia Animación, y gracias a los trabajos premiados de algunos alumnos la ciudad ya está empezando a tener renombre. De aquí va a salir un centro de producción de animaciones muy pronto”, comenta la docente.
A la hora de sintetizar el eje de la investigación, Asís señala que “queremos hacer un mapeo de lo que está sucediendo en el país, cuáles son las escuelas y los animadores más representativos y quiénes fueron sus formadores, armando una suerte de árbol genealógico de maestros-discípulos para entender la situación actual”. En cuanto a esos realizadores más representativos, el equipo ya ha concluido sus dos primeras entrevistas con Juan Pablo Zaramella (Buenos Aires) y Pablo Rodríguez Jáuregui (Rosario).
Alejandro González comenta que “no es casualidad que la presidenta reciba a Zaramella y le haga un reconocimiento por su cortometraje Luminaris, que fue preseleccionado para el Oscar. Estos datos dan visibilidad a esta disciplina y los que hoy empiezan tienen a estos realizadores como referentes”.
Por su lado, Asís sostiene que “mucha gente piensa que animación es sólo dibujos animados, pero es muchísimo más que eso. Las películas de Harry Potter o Avatar son casi pura animación pero no circulan con esa etiqueta”.
Este proyecto de investigación se verá plasmado el año próximo en un libro y una página web interactiva, ya que “nos gustaría que exista una construcción colaborativa. Nosotros no podemos abarcar todo, y la gente de distintas regiones nos podrá pasar información muy valiosa sobre la animación del interior”, concluye Asís.
Iván Wielikosielek
-Especial UNVM-