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El Peregrino Impertinente
Desplazándose por las rutas argentinas, el viajero encuentra la compañía permanente del Gauchito Gil. Una especie de santo que, multiplicado por miles en forma de imágenes que reposan a la vera de los caminos nacionales, cuida de los conductores y sus acompañantes. Todo lo contrario de su gemelo malvado, “El Guachito Gil”. Alter ego de muy mala leche, que sólo busca distraer a quienes manejan, insultándolos y pidiéndoles “Cinco peso’ pa’ la birra”.
Antonio Mamerto Gil Núñez, el Gauchito, nació en las cercanías de Mercedes, Corrientes, a mediados del Siglo XIX. Soldado del Partido Autonomista, fue apresado y asesinado por el bando liberal. Según la leyenda, el Gauchito curó desde el más allá al hijo de su verdugo, gravemente enfermo. Desde entonces, el mito que gira alrededor de sus cualidades protectoras ha ido en aumento. De allí que se lo ofrende con esos altares que inundan las carreteras (el principal ubicado cerca de Mercedes), repletos de estampitas, velas, cintas rojas y demás objetos personales que la gente va dejando. Se trata de verdaderos templos populares, aunque sin maestros de ceremonia que estén 40 minutos amenazándote conque te vas a ir al infierno si hacés tal o cual cosa.
Pero amén de su notoriedad, algunos están en desacuerdo con esta tradición que bien podría ser catalogada de milenaria, si no fuera porque nació hace unos 100 años. Yo he visto con mis propios ojos a individuos destruyendo alguno de los “hábitats” del venerable gaucho. “Afean el paisaje y sólo crean basura”, se justifican los agresores. Con esos argumentos, también deberían arrasar con las Escuelas de Ejecutivos y otras entidades del estilo, y sin embargo ahí no se meten.
En todo caso, estos enemigos del Gauchito tendrían que tener cuidado de no cruzarse con los camioneros. Fervientes admiradores del héroe correntino, si los llegan a agarrar con las manos en la maza se va a armar la podrida. “Disculpe, pero creo que no le entendí bien: ¿Por dónde dice que le metieron esta llave inglesa?”, preguntará el médico después, mirando la radiografía.
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