El equipo de mate, la canasta con comida, el asadito de domingo, la charla con amigos, la tertulia en familia, el relax después de una semana de trabajo.
Placeres de la vida cotidiana que sacaron la ñata contra el vidrio de algún azul de frío y se exhibieron atrevidos y alegres bajo el sol de la ribera.
Las bajas temperaturas nos dieron una tregua y entre el tradicional viento de agosto pasaron volando, por unos días, las bufandas y los abrigos.
La primavera se animó a salir de su cueva un poco antes y se instaló por momentos en el lecho de la estación más fría para invitarla a compartir la energía del sol.
La costanera ayer se sintió, otra vez, protagonista. Cientos de vecinos la acompañaron de punta a punta.
Todos unidos por la calidez del primer domingo de setiembre que ya nos hizo palpitar el dulzón aroma de la estación de las flores.