El esposo, los padres y un hermano de la imputada comparecieron ayer en la primera audiencia de debate del juicio que se le sigue a María Soledad Angela Oliva Paradela (29), la joven mujer que está acusada de haber degollado a sus pequeños hijos Andrés Samuel Lozano, de 5 años, y Lucas David, de siete meses, a mediados de diciembre de 2010 en Villa Nueva.
En una maratónica jornada que se inició pasadas las 9.30 y concluyó anoche sobre el filo de las 21, los miembros de la Cámara del Crimen y los 12 jurados populares que intervienen en el proceso oral y público escucharon los testimonios de cuatro familiares directos de Oliva Paradela y de otros tantos efectivos policiales que tuvieron intervención funcional luego del sangriento episodio.
Otra instancia significativa de la audiencia de la víspera fue cuando se conoció públicamente el contenido de una carta manuscrita que Oliva Paradela le dejó a su esposo sobre la cama matrimonial, informándole elípticamente por qué había tomado la drástica decisión de asesinar a sus hijos (ver nota aparte “La carta que la incrimina”).
Contradicciones
Precisamente, uno de los testimonios más relevantes -y contradictorio al mismo tiempo- fue el que formuló el marido de la acusada, Jesús Fabián Lozano, quien luego de numerosos titubeos y ante la firme insistencia del fiscal Francisco Márquez, terminó admitiendo que en un par de ocasiones ella le había dicho “qué bueno que sería si estuviéramos solos, sin los chicos”, aludiendo a que la pareja estaba mejor antes de que nacieran las criaturas.
Cuando el titular del Ministerio Público le preguntó qué creía que había pasado por la cabeza de su esposa para cometer semejante crimen, Lozano respondió: “No sé… tal vez tuvo un ataque de locura o un ataque de ira”.
“¿De ira?”, inquirió Márquez, a lo que el testigo añadió: “Se juntó todo… ese día era el cumpleaños del hermano mayor (Samuel Oliva Paradela, fallecido en junio de 1991 en un accidente de tránsito, en Catamarca), además estaba sin dormir, o tal vez la afectó la medicación que tomaba por sus convulsiones… no sé”.
Cuando el fiscal lo interrogó sobre el contenido de la declaración que el testigo prestó en sede judicial apenas dos días después del cruento doble homicidio, Lozano pretendió minimizar algunas de sus afirmaciones diciendo que “en un principio tuve bronca”, que no quería saber “más nada con ella” y hasta reconoció que pensó en divorciarse.
Sin embargo, precisó que poco después le tuvo “lástima” y que con el correr del tiempo la relación entre ambos se restableció. Volvieron a verse a fines de enero de 2011 en el penal de Bouwer (cercano a la ciudad de Córdoba), donde la mujer se encuentra alojada desde un par de semanas después del hecho, más precisamente en el sector conocido como EP3.
Sobre el particular, cabe señalar que en la cárcel de Villa María las internas que allí están cumpliendo condena o se encuentran bajo proceso, cuestionaron duramente el comportamiento de Oliva Paradela y se opusieron a compartir el pabellón. Así, y por razones de seguridad, la Dirección del establecimiento decidió alojarla en Bouwer.
Juntos otra vez
En otro momento de su comparendo, Lozano admitió que actualmente ambos mantienen la relación, al señalar textualmente “me gusta y la amo” y defendió a su esposa asegurando que “Sole es una persona enferma”, aunque aseguró que “vivía para los chicos”.
“Durante el embarazo de Lucas (el segundo hijo de la pareja), ella siempre dijo que quería tener una nena y estaba muy ilusionada con esa posibilidad, a tal punto que había comprado toda ropita de nena”, agregó el esposo, y reconoció que “cuando le hicieron la ecografía para saber el sexo del bebé, se puso muy mal y se deprimió”.
La insistencia del fiscal sobre la declaración prestada en la Fiscalía donde se instruyó la causa llevó a Lozano a tener que reconocer que en una oportunidad Oliva Paradela le dijo que se iba a “ir con un macho que tengo” (sic) y reconoció que “hacía un tiempo que venía quejándose de los nenes, porque no la dejaban dormir”.
El testigo precisó al respecto que Andrés, el mayor, “tenía varicela y lloraba bastante”, mientras que el pequeño Lucas “estaba cortando los dientes y además estaba incubando una varicela, por lo que también lloraba mucho”.
Otra instancia significativa de la audiencia fue cuando se conoció el contenido de una carta manuscrita que Oliva Paradela le dejó a su esposo sobre la cama matrimonial, informándole elípticamente por qué había tomado la decisión de asesinar a sus hijos (ver nota aparte “La carta que la incrimina”).
“Horroroso”
En la presentación del juicio, el fiscal Márquez enfatizó que el crimen de los hermanitos fue “un hecho horroroso, el más grave que he visto en los casi 30 años que llevo en la Justicia” y describió a Oliva Paradela como una mujer con una “estructura de personalidad violenta”.
El acusador público aseguró que “premeditadamente los mató y sabía que los iba a matar, porque estaba consciente de lo que hacía”.
“Después se excusó diciendo que no recordaba lo que había pasado, pero en todo momento supo lo que hizo”, añadió Márquez, quien indicó que “uno de los chicos estaba con varicela y no soportó su llanto”.
A su turno, el defensor de la mujer, Antonio Broggi, sostuvo que “el fiscal dijo una parte de la verdad y yo estoy aquí para contar la otra parte”, para luego afirmar que su clienta “sufre una enfermedad y hay pericias que así lo han determinado”.
“La sociedad la conoce como ‘la enfermedad del diablo’ y está comprobada su existencia”, señaló el letrado, y luego dijo que “más adelante” va a referirse a ella.
Otros testigos
Además del esposo de María Soledad, comparecieron Eduardo Dionisio Oliva (el padre), María Teresa Paradela (la madre) y Dionisio Marcos Antonio Oliva Paradela (uno de los hermanos), mientras que Noemí Elsa Oliva Paradela (hermana menor) se abstuvo de declarar.
Todos coincidieron en señalar que la filicida padecía una enfermedad neurológica que le fue detectada al año y medio de haber nacido y que le provocaba convulsiones. Sin embargo, durante el debate quedó expuesto que recién después del sangriento episodio se determinó que la joven mujer era epiléptica.
Los testimonios del papá y la mamá de la acusada, quienes se encuentran separados, difirieron en lo relativo al trato de Eduardo Oliva para con su esposa y sus hijos. Mientras él negó haber sido un hombre que se embriagara y los golpeara, su ex mujer dijo que habían sufrido agresiones y que “trataba a todos como militar”. Asimismo, lo describió como “una persona muy fría con los chicos”.
Cuando el fiscal Márquez le preguntó si sabía por qué María Soledad había matado a sus nietos, llorando y con la voz entrecortada Paradela respondió: “Le soy sincera… hasta el día de hoy no sé lo que pasó, porque el día anterior estaba todo bien”.
También declararon los policías Daniel Alejandro Tossi (el primero en llegar a la vivienda y ver a los niños degollados), Nieves Verónica Villegas (recibió el llamado telefónico de Oliva Paradela en la Comisaría de Villa Nueva, avisando que había matado a sus hijos), Leonardo Rivero (trabajó en la investigación del caso y recogió testimonios de vecinos que indicaban que la acusada era una persona “agresiva, antisocial e histérica”) y Mauricio Alejandro Sabena (secuestró el otro cuchillo que fue hallado al día siguiente del hecho, debajo de una cómoda).
El juicio continuará hoy, desde las 9, con la recepción de nuevos testimonios.
Foto 2: Jesús Fabián Lozano, el esposo de Oliva Paradela. Al declarar ayer, y tras algunos cabildeos, admitió que ella le dijo “qué bueno que sería si estuviéramos solos, sin los chicos”. Reconoció que reanudaron la relación luego de sentir bronca y lástima por la asesina de sus hijos
Foto 3: Eduardo Oliva, padre de la filicida. Negó haber tenido una mala relación con ella, pero otros testigos lo desmintieron
Foto 4: María Teresa Paradela, madre de Soledad. Llorando, contó lo que vivió aquella madrugada y cuestionó a su ex esposo