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5 de Septiembre de 2012
Declararon nueve testigos y el padre aportó una prueba concluyente
Otras dos cartas complican seriamente a Oliva Paradela
Las misivas fueron escritas por la filicida en la cárcel de Bouwer y enviadas a su madre. En ellas contó parte de lo que sucedió antes, durante y después del crimen de sus hijos. Comparecieron varios vecinos de La Floresta y un prestigioso neurólogo
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Dos cartas manuscritas que María Soledad Oliva Paradela (29) envió desde el penal de Bouwer a su madre, dejaron al descubierto que al momento de degollar a sus pequeños hijos sabía lo que estaba haciendo, e incluso evidenciaron que recordaba lo ocurrido antes, durante y después del sangriento episodio registrado el 16 de diciembre de 2010 en Villa Nueva.
A diferencia de lo que la joven mujer declaró ante la Justicia poco después del doble crimen, cuando adujo que “no recordaba nada” de lo que había sucedido aquella madrugada en su casa de barrio La Floresta, en las dos misivas relató detalles que no sólo demuestran cuál era su estado de ánimo y de comprensión, sino que también explicitan los porqué de tan drástica determinación.
Además, durante la segunda jornada del juicio que se le sigue a Oliva Paradela por el “doble homicidio calificado por el vínculo” de los hermanitos Andrés Samuel (5) y Lucas David Lozano (siete meses), comparecieron nueve testigos, con lo cual ya suman 17 las personas que declararon en la sala de audiencias de la Cámara del Crimen de Villa María.

Revelaciones I

El padre de la imputada, Eduardo Dionisio Oliva, volvió a presentarse ante el tribunal y los jurados populares (ya lo había hecho el lunes), esta vez para entregar fotocopias de sendas cartas que su hija le había enviado a su ex esposa, María Teresa Paradela, desde la cárcel de Bouwer donde se encuentra alojada.
Inmediatamente después de aportar dicha prueba, el fiscal Francisco Márquez leyó ambas cartas, fechadas los días 29 de diciembre de 2010 y 9 de enero de 2011.
En la primera de ellas, la más extensa de las dos, María Soledad relató que la noche anterior al filicidio discutió con su esposo, Jesús Fabián Lozano, y que antes de que éste se fuera a trabajar, lo amenazó con “hacer algo”, aunque sin precisar puntualmente a qué se refería.
En uno de los párrafos más significativos de la misiva, Oliva Paradela señaló: “Ese día, a la noche, discutimos. A la madrugada le di la leche a Lucas y no se había dormido, entonces discutimos otra vez. Me levanté a la cocina y me senté en la silla, furiosa. A las 4 de la madrugada se había dormido (en referencia a su hijo Lucas) y el Fabián se levantó a trabajar. Me decía que me acostara y le dije que no. Entonces lo amenacé con hacer algo. Entonces se me cruzó en la cabeza el Samuel (su hermano mayor, fallecido a mediados de 1991 en un accidente de tránsito), y complicarle la vida yo y los chicos, dejándole una carta. Agarré las cuchillas, me quise cortar las venas y no pude hacerlo del todo. Llamé al Marcos (otro hermano de la acusada) y le dije que vinieran el papi y la mami. Después llamé a la Policía”.
En otra parte de la carta, María Soledad escribió que “él (refiriéndose a Lozano) quería la nena y yo no”. De ese modo aludía al embarazo del segundo hijo de la pareja, del cual nació el pequeño Lucas David.
“Esa es la verdad, no puedo mentir”, reconoce la filicida en otro segmento del escrito y más adelante aclara que “el Fabián (su esposo) no me dejaba salir en la bici. Acumulé bronca y estallé”. La negativa de Lozano de dejarla salir obedecía a las convulsiones que solía sufrir Oliva Paradela a raíz de la epilepsia que padece y que podrían haberle ocasionado un accidente.
Sobre el final de la carta, la acusada se dirige a sus padres, pidiéndoles lacónicamente “no me den la espalda”.

Revelaciones II

La segunda misiva es menos extensa que la primera, pero igualmente sobresalen algunas frases que aportan detalles a la causa. Así, por ejemplo, María Soledad le dice a su madre que “la gente va a hablar mal, los van a señalar, pero hay que ser fuertes” y luego añade: “Estoy segura que el papi está muy dolido y apagó el celular”.
Otro párrafo del escrito deja al descubierto una conflictiva situación entre ambos cónyuges, cuando Oliva Paradela señala: “Lo que más me dolió fue el no dejarme ligar las trompas, porque él quería la nena”. Obviamente, se refería al segundo embarazo, al que aparentemente ella se oponía, y la negativa de Lozano para que su esposa fuera intervenida quirúrgicamente para no tener más hijos.

Perito judicial

Uno de los testimonios más importantes de la segunda jornada del juicio fue el que prestó el prestigioso médico neurólogo cordobés Rolando Moisés Cosacov, miembro del Instituto Médico Forense que depende del Poder Judicial de Córdoba.
El facultativo fue quien realizó la pericia neurológica a Oliva Paradela y diagnosticó que las convulsiones crónicas que padecía obedecían a que se trataba de una paciente epiléptica.
Cosacov se refirió al examen que le realizó a la acusada poco después del sangriento doble crimen y, a requerimiento del fiscal Márquez, explicó algunas cuestiones relacionadas con dicha enfermedad y el comportamiento de quienes la padecen.
Entre otras consideraciones, el reconocido profesional de la capital provincial dejó en claro que la situación neurológica de Oliva Paradela no afecta la comprensión de sus actos. Dicho en otras palabras, la imputada tuvo capacidad de discernimiento para entender lo que estaba haciendo al momento de cometer el doble asesinato.
Durante el comparendo de Cosacov, el fiscal de Cámara también aludió a un informe pericial elaborado por los psiquiatras forenses Antonio Avalos e Ignacio Dalmases, peritos oficiales del Tribunal Superior de Justicia de la provincia, según el cual se determinó que la personalidad de María Soledad evidencia una “frialdad afectiva” y una “claridad perceptiva y discursiva”.

Varios vecinos

Seis de los nueve testigos que declararon en la víspera fueron vecinos de la familia Lozano-Oliva Paradela hasta el momento del sangriento episodio (la mayoría de ellos continúa viviendo en el barrio La Floresta de Villa Nueva), quienes coincidieron en señalar que habitualmente se escuchaban gritos e insultos que salían de la casa de la acusada, a quien describieron como una mujer conflictiva.
Juan Dante Molina refirió al respecto que “era común escuchar gritos como de retos y llanto de niños” y aclaró que quien así se manifestaba era, precisamente, Oliva Paradela. Asimismo, señaló que en una ocasión le inquirió a su pareja “¡qué le pasa a la loca que está gritando de nuevo!”, en alusión a la acusada.
Luego comparecieron, cada uno a su turno, Antonella Berenice Tullio y su padre Miguel Angel, quienes también refirieron que “siempre se escuchaban gritos y chicos que lloraban”, e incluso que también “se sentían insultos”.
Cabe señalar que ambos testigos viven en una casa pegada al domicilio donde Andrés y Lucas fueron asesinados.
Miguel Tullio, quien se desempeña como pastor evangélico, afirmó que “Soledad fue muy conflictiva y tenía problemas con casi todos los vecinos, incluso conmigo”. También sostuvo que “las peleas con el esposo eran muy habituales” y precisó que “adentro (de la vivienda) ella le pegaba a los chicos”.
“En una ocasión lo corría al Andresito y le decía que lo iba a hacer sonar, y otra vez vi al chiquito marcado en el rostro”, dijo el testigo.
Tullio destacó que, en una oportunidad, la madre de Lozano le dijo: “Esta loca lo va a matar al Fabián” y que la propia Oliva Paradela le había advertido a su suegra que “dormía con una cuchilla bajo la almohada”.
También declaró ayer la vecina Marta Fany Strumia, propietaria de una despensa ubicada a media cuadra de la casa donde se produjeron los crímenes, quien declaró que la acusada solía ir a su negocio y, sin pedirle permiso, usaba la balanza para pesar algunos alimentos.
Tras señalar que en un par de ocasiones Oliva Paradela la trató mal, Strumia agregó que una vez la escuchó decir que “todos los Fabián del barrio son unos gorreados”. Asimismo, la madre de Lozano le contó que ella le había pegado y coincidió con otros testigos en el sentido de que “siempre se escuchaban gritos e insultos, ponía la música a todo volumen y a veces los chicos lloraban”.

La maestra

Otro testimonio relevante de la jornada de ayer fue el que formuló la maestra jardinera Jimena Agustina Verde, quien trabajaba en el jardín de infantes al que concurría Andrés Lozano.
Dijo que el niño era “muy inquieto, pero siempre demostraba ganas de estar en el jardín y no manifestaba problemas en el aprendizaje”.
En tanto, recordó que en una oportunidad Oliva Paradela la llamó por teléfono y le preguntó si “el boludo de mi marido” (sic) había ido a buscar al niño, y otra vez se comunicó con la docente y le preguntó: “¿Qué hizo el boludo de Andrés, que ayer llegó con la ropa sucia?”.
Por su parte, Carlota Argentina Molina, madre de la directora del jardín al que concurría el pequeño, testimonió que en ocasión de un evento de fin de año escuchó a Oliva Paradela dirigirse a su marido con un “trato desconsiderado”, aunque no precisó detalles.
El penúltimo testigo de la jornada fue la vecina Elda Laura Herrador, quien refirió haber integrado una comparsa y batucada barrial con Fabián Lozano, de quien dijo que “una vez lo vi pegarle a Andrés”. Y con respecto a la acusada, dijo que “la veía siempre rara”.
Finalmente declaró María Cecilia Clemente, también vecina del barrio, quien dijo que había mantenido una relación amistosa con María Soledad cuando la testigo se encontraba embarazada, a mediados de 2006, y que incluso compartieron muchas tardes de mates y charlas.
“Ella entró a mi casa cuando yo tuve mi primer hijo”, señaló Clemente, y agregó que en esas circunstancias supo contarle entonces “de las molestias que tenía con Elena, su suegra” (madre de Lozano), a quien se refería de manera despectiva.
La testigo añadió que “con el tiempo empezó a entrar a mi casa sin permiso y tuvo algunos roces con mi hermana”. También contó que la suegra de la acusada le contó, llorando, que María Soledad le pegaba, y a partir de allí se deterioró la relación que ambas mantenían, a tal punto que la propia Clemente recibió amenazas de Oliva Paradela.
“En una ocasión llegó a decirme que si pasaba por la vereda de su casa iba a tirarme agua hirviendo”, recordó la vecina con la voz entrecortada por la angustia, y también declaró que “a su marido lo trataba en forma despectiva”. Concretamente, precisó que se refería a Lozano como “un estúpido” o “un pelotudo”.

Más testigos

El trascendental juicio continuará hoy con el comparendo de más testigos (no se indicó cuántos son), pero la audiencia de debate se llevará a cabo en doble turno: por la mañana, desde las 9, y luego en horario vespertino.

Fotografías: 1) Eduardo Oliva, padre de la acusada, compareció nuevamente ayer para entregar fotocopias de dos cartas que María Soledad le había enviado a su ex esposa desde el penal de Bouwer
2) Rolando Cosacov, el reconocido médico que realizó la pericia neurológica a Oliva Paradela. Fue quien diagnosticó que las convulsiones que padecía obedecían a que se trataba de una paciente epiléptica
3) María Cecilia Clemente, vecina
4) Miguel Angel Tullio, vecino
5) Juan Dante Molina, vecino
6) Jimena Verde, maestra de Andrés
7) Durante toda la audiencia de ayer, la madre de la acusada, María Teresa Paradela, estuvo sentada junto a su yerno, Jesús Fabián Lozano. Ambos declararon el lunes en el comienzo del juicio oral y público

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