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6 de Septiembre de 2012
Barrio San Juan Bautista - El pueblo evitó un injusto desalojo y consolidó al barrio
Una historia de resistencia
El 17 de mayo de 2001 fue una jornada fundacional en el sector del San Juan Bautista conocido como Solares de la Villa. Fue la jornada en la que el empresario de la construcción Jorge Suárez consiguió la orden de desalojo contra uno de los vecinos, Javier Caula
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El 17 de ma­yo de 2001 el ofi­cial de Jus­ti­cia se apres­ta­ba a ha­cer cum­plir la or­den de de­sa­lo­jo con­tra la vi­vien­da de Ja­vier Cau­la, uno de los ve­ci­nos de So­la­res de la Vi­lla, el com­ple­jo de vi­vien­das cons­trui­do por Jor­ge Suá­rez a tra­vés de un plan ha­bi­ta­cio­nal im­pul­sa­do en Vi­lla Ma­ría por la mu­tual de los ban­ca­rios. Cau­la ya ha­bía pa­ga­do el va­lor de la vi­vien­da, pe­ro Suá­rez le re­cla­ma­ba otra can­ti­dad si­mi­lar. Si­tua­cio­nes si­mi­la­res atra­ve­sa­ban el res­to de los ve­ci­nos.

Pe­se a lo di­fí­cil del mo­men­to, la jor­na­da es­tu­vo mar­ca­da a fue­go por la so­li­da­ri­dad de los ve­ci­nos, no só­lo del ba­rrio San Juan Bau­tis­ta, si­no de to­da la ciu­dad, quie­nes se en­ca­de­na­ron fren­te a la ca­sa pa­ra im­pe­dir el in­gre­so de las fuer­zas po­li­cia­les. Era ma­yo de 2001, año di­fí­cil pa­ra los ar­gen­ti­nos que sa­lía­mos de una dé­ca­da en la que el li­be­ra­lis­mo eco­nó­mi­co ha­bía pro­vo­ca­do el cie­rre de fá­bri­cas y fuen­tes pro­duc­ti­vas de tra­ba­jo y las es­pe­ran­zas de un nue­vo tiem­po se vie­ron de­rrum­ba­das abrup­ta­men­te con la cri­sis de di­ciem­bre.
En ese con­tex­to fue en el que el ofi­cial de Jus­ti­cia lle­gó al ba­rrio con una or­den de de­sa­lo­jo y un fuer­te ope­ra­ti­vo po­li­cial pa­ra con­cre­tar­lo.
EL DIA­RIO es­tu­vo pre­sen­te en esa jor­na­da his­tó­ri­ca y así lo re­la­tá­ba­mos: “Ba­rri­ca­das ar­dien­do, gen­te en­ca­de­na­da a una vi­vien­da y can­tan­do a vi­va voz el Him­no Na­cio­nal, fuer­zas de cho­que de la Po­li­cía... Esas imá­ge­nes en mo­vi­mien­to, ese cóc­tel ex­plo­si­vo no es­ta­lló por al­go que es di­fí­cil de ex­pli­car. En ca­da uno de los 350 pro­ta­go­nis­tas de las es­ce­nas de ayer (ve­ci­nos, fun­cio­na­rios de la Jus­ti­cia, po­lí­ti­cos, gre­mia­lis­tas, po­li­cías y pe­rio­dis­tas) aflo­ró una in­men­sa ne­ce­si­dad de sen­tir­se se­res hu­ma­nos, igua­les en al­gún pun­to”.
La no­ta pu­bli­ca­da en la opor­tu­ni­dad dio cuen­ta de que ha­bía en el ope­ra­ti­vo 50 po­li­cías, mu­chos de ellos pre­pa­ra­dos con cas­cos, es­cu­dos y ma­che­tes, pa­ra ha­cer cum­plir una or­den de un juez de Bue­nos Ai­res, Jor­ge Ríos Ca­rran­za, que des­co­no­cía el pro­ce­so que se sus­tan­cia­ba con­tra el res­pon­sa­ble de la cons­truc­to­ra y el de la mu­tual en Vi­lla Ma­ría.
“Los in­te­gran­tes de otras 39 fa­mi­lias no duer­men. Pe­sa­di­llas con hom­bres de por­ta­fo­lios que se de­tie­nen en sus ca­sas ca­da ho­ra les qui­tan el sue­ño (les ro­ban los sue­ños). ‘Jus­to en es­ta ca­lle, que tie­ne el nom­bre del Ga­lle­go (por Re­que­na), uno de los gran­des lu­cha­do­res so­cia­les y gre­mia­les que dio la ciu­dad y al que por su ho­nes­ti­dad y con­vic­ción de jus­ti­cia los mi­li­cos hi­cie­ron de­sa­pa­re­cer’, co­men­tó un hom­bre es­con­di­do de­trás de una go­rra a la que el hollín de las ba­rri­ca­das in­cen­dia­das le iba cam­bian­do el co­lor”, re­la­ta­ba la cró­ni­ca de la re­sis­ten­cia. 
“Pri­me­ro lle­gó el ofi­cial de Tri­bu­na­les Car­los Men­na acom­pa­ña­do por cua­tro uni­for­ma­dos, que fue­ron re­ci­bi­dos con las es­tro­fas del Him­no Na­cio­nal, can­ta­do (gri­ta­do) por unas 300 per­so­nas que ya es­ta­ban allí. Eran ve­ci­nos de So­la­res de la Vi­lla, ve­ci­nos de otros ba­rrios, ve­ci­nos ve­ci­na­lis­tas, ve­ci­nos con­ce­ja­les, ve­ci­nos sin­di­ca­lis­tas, ve­ci­nos pe­rio­dis­tas...”.  
Rá­pi­da­men­te com­pren­die­ron que la so­li­da­ri­dad y la im­po­ten­cia co­lec­ti­va pue­den ser una fór­mu­la quí­mi­ca de im­pre­de­ci­ble reac­ción.  
Se ale­ja­ron unos me­tros y pi­die­ron más re­fuer­zos. Es­ta­ban ca­si al al­can­ce de la ma­no. En mi­nu­tos, des­de la ru­ta pe­sa­da y a tra­vés de un bal­dío que se con­fun­de con los fon­dos de la ca­sa de los Cau­la, se los vio de fren­te, des­fi­lan­do. 
Men­na era en ese mo­men­to un ser hu­ma­no lle­no de con­tra­dic­cio­nes en su in­te­rior. La or­den ju­di­cial de­cía una co­sa y el sen­ti­do co­mún, otra. El ofi­cial de Jus­ti­cia trans­mi­tió la or­den de ac­tuar al co­mi­sa­rio Rudy Au­di­sio, quien la ele­vó a sus hom­bres (y mu­je­res, por­que tam­bién ha­bía per­so­nal fe­me­ni­no, pre­su­mi­ble­men­te pa­ra sa­car a los ni­ños del in­te­rior de la vi­vien­da).
Así se fue­ron de­sen­ca­denan­do los he­chos. Men­na asu­mió la res­pon­sa­bi­li­dad, pe­se a las ame­na­zas de san­ción que re­ci­bió, has­ta que la jue­za -por en­ton­ces, de Me­no­res- Ce­ci­lia Fer­nán­dez di­jo que ha­bía ni­ños en ries­go y or­de­nó sus­pen­der el de­sa­lo­jo.
 
Dis­cur­so del co­ra­zón
 
Los que es­tu­vi­mos en esa agi­ta­da jor­na­da no pu­di­mos de­jar de con­mo­ver­nos con las pa­la­bras de uno de los ve­ci­nos, Al­ber­to Ba­rro­so.
Di­ri­gién­do­se a los po­li­cías que te­nían la or­den de en­trar por la fuer­za les di­jo: “Mu­cha­chos, so­mos gen­te de tra­ba­jo co­mo us­te­des. ¿Aca­so creen que es­ta­ría­mos de­fen­dien­do así es­tas vi­vien­das si no fue­ran nues­tras, si no las hu­bié­ra­mos pa­ga­do? Yo les pi­do que no lo vuel­van a in­ten­tar. Que ven­ga el juez y pon­ga la ca­ra, no us­te­des. Us­te­des son co­mo no­so­tros y no­so­tros te­ne­mos a dos per­so­nas ro­cia­das (con naf­ta) dis­pues­tas a pren­der­se fue­go y us­te­des no tie­nen que ser cóm­pli­ces de sus muer­tes...”.
Las lá­gri­mas que ro­da­ban en los ros­tros de va­rios po­li­cías ha­cían pre­de­cir que el de­sa­lo­jo no se iba a con­cre­tar, co­mo fi­nal­men­te su­ce­dió.
 
La si­tua­ción hoy
 
Tras la ten­sión de aque­lla jor­na­da si­guió la ba­ta­lla en Tri­bu­na­les. Eduar­do “Ta­ti” Ro­drí­guez, re­pre­sen­tan­te le­gal de la ma­yo­ría de los ve­ci­nos, si­guió la cau­sa en la ins­tan­cia ju­di­cial.
Des­pués de años de idas y ve­ni­das la Jus­ti­cia im­pu­tó a Jor­ge Suá­rez, de la cons­truc­to­ra, y a Luis Juá­rez, de la Aso­cia­ción Ban­ca­ria, co­mo su­pues­tos au­to­res de ad­mi­nis­tra­ción frau­du­len­ta.
Por tra­tar­se de per­so­nas sin an­te­ce­den­tes les otor­ga­ron el be­ne­fi­cio de la pro­ba­tion.
Mien­tras tan­to, los ve­ci­nos van de­sen­tra­man­do la si­tua­ción y pue­den ir es­cri­tu­ran­do sus vi­vien­das, por las que pa­ga­ron y por las que re­sis­tie­ron to­dos jun­tos y so­li­da­ria­men­te.

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