Escribe: Jesús Chirino
El río, ese que trae y lleva tantas cosas, quizás ha sido el elemento más importante para que estas tierras fueran elegidas como espacio para el crecimiento de nuestras poblaciones. Las aguas del río estuvieron antes de tantas cosas, algunas veces dando vida y otras llevándose la misma. A finales del Siglo XIX se produjo una de las grandes y periódicas inundaciones mediante las cuales el río sabía mostrar su poderío antes que los diques contuvieran su bravura.
Suben las aguas
En el caso de Villa María, se registra la primera inundación tiempo antes de la fecha que se reconoce como la de su fundación. Así quedó plasmado en los informes técnicos del personal ferroviario que hablan de la necesidad de volver a poner en condiciones los terraplenes, construidos para el tendido de las vías, por haber sido maltrechos por las impetuosas aguas.
Pero aquí nos ocuparemos de lo acaecido en el año 1891, cuando las dos localidades unidas por el río fueron sorprendidas por una gran inundación que las afectó profundamente. Al año siguiente se editó un folleto en el cual se dejó constancia de lo sucedido esos días. Aquel material editado en el “Establecimiento tipográfico de El progreso”, titulado “Ecos de la inundación en Villa María”, inicia diciendo que hacía 14 años “que Villa María y Villa Nueva no presenciaban un cuadro tan triste y conmovedor como del que hemos sido testigos presenciales y víctimas a la vez y cuyo recuerdo nos tiene aún grandemente impresionados”. Inmediatamente pasa a señalar que en ese escrito se describirá “…lo ocurrido con motivo de las espantosas crecientes habidas los días 21, 24, 26 y 27 de diciembre”.
En la primera de estas jornadas, a las siete de la mañana, los vecinos fueron sorprendidos por la noticia de que las aguas del río desbordaban. Crecían con rapidez y fuerza, pero nadie se imaginaba que poco tiempo después la población estaría invadida por el líquido elemento. Según la publicación mencionada, “a las nueve ya todo era confusión entre el vecindario y a las 10 AM solo se oían las fatídicas palabras de: ¡Sálvese quien pueda!”.
Continuará la próxima semana