Un conocido médico local y la esposa de un tribuno de Villa Nueva fueron los últimos testigos que declararon en el juicio que se le sigue a María Soledad Angela Oliva Paradela por el cruento asesinato de sus pequeños hijos Andrés Samuel y Lucas David Lozano, de 5 años y siete meses, respectivamente.
Se trata del neurólogo Sergio Antonio Vesco y de Alicia Beatriz Calzada, quienes comparecieron en la sexta audiencia de debate del proceso oral y público y posteriormente el presidente del tribunal, René Gandarillas, dispuso un cuarto intermedio hasta el jueves a las 8.30, oportunidad en que el fiscal Francisco Márquez y el abogado defensor, Antonio Broggi, formularán sus alegatos, previo al dictado de la sentencia.
Sumados los dos de ayer, en total comparecieron 35 testigos (ocho el lunes de la semana pasada, nueve el martes, seis el miércoles, siete el jueves y tres el viernes), con lo cual se dio por agotada la etapa de recepción de pruebas testimoniales, documentales e instrumentales.
Ultimos testigos
Vesco asistió profesionalmente a Oliva Paradela desde 2007 hasta dos meses antes del sangriento episodio, registrado el 16 de diciembre de 2010, mientras que la mujer, esposa del dirigente justicialista y miembro del Tribunal de Cuentas de la vecina ciudad, Francisco Bordini, fue quien encontró un segundo cuchillo en la vivienda donde se produjo el doble filicidio, cuando le ayudaba a limpiar al papá de los niños y marido de la acusada, Jesús Fabián Lozano, de quien dijo ser amiga.
El neurólogo villamariense dijo que durante los tres años que la atendió, María Soledad mostró una “buena evolución y sin convulsiones” por la epilepsia que le fue detectada al año y medio de vida.
“Nunca recibí ninguna manifestación por inconvenientes o trastornos de personalidad por parte de ella ni de su familia”, precisó Vesco y añadió que las drogas que le suministró a la paciente por su enfermedad “son las que se utilizan en hospitales y clínicas de todo el país, e incluso a nivel internacional”.
Al respecto, sostuvo que la mujer era medicada con carbamazepina y fenobarbital, dos drogas que son habitualmente empleadas en todo el mundo para el tratamiento de la epilepsia.
Finalmente, Vesco señaló que María Soledad padece “esclerosis mesial en el lóbulo temporal”, que lleva al paciente a presentar crisis parciales complejas, cambios bruscos de conducta y dificultad para realizar tareas habituales.
El otro cuchillo
En tanto, Alicia Calzada relató que al día siguiente del doble crimen ayudó a Lozano a limpiar la vivienda de San Juan 828, en barrio La Floresta de Villa Nueva.
La testigo refirió que, enterada de lo que había sucedido, “no lo podíamos creer” y añadió que junto a su esposo “acompañamos a Fabián en todo momento”.
“Me ofrecí para ayudarlo a limpiar la casa y cuando estaba pasando el trapo de piso en la pieza de los niños, debajo de la cómoda encontré un cuchillo”, recordó Calzada, quien agregó que “de inmediato llamamos a la Policía y vinieron a secuestrarlo”.
En rigor de verdad, se trata de una segunda arma blanca utilizada por la homicida, ya que la misma madrugada del horrendo episodio sólo se encontró una cuchilla de 31 centímetros de largo (14 cm de mango y 17 de hoja) con la que se había cometido el hecho.
Resulta curioso, por no decir inconcebible, que los efectivos policiales que trabajaron en el lugar no hayan advertido la presencia del segundo cuchillo al momento de realizar las pericias correspondientes en la escena del crimen.
Por otra parte, Calzada dijo que si bien era amiga de Lozano y su esposo era el padrino del menor de los niños asesinados, con Oliva Paradela “sólo estuve una vez, compartiendo una cena por el bautismo de Lucas”, del cual Bordini era el padrino. Asimismo, recordó que Andrés “era compañerito de mi hijo” en la escuela.
Cabe recordar que la confesa filicida está imputada como presunta autora de “homicidio doblemente calificado por el vínculo y por alevosía, reiterado” (dos hechos), delito que es castigado con prisión perpetua.