El origen del barrio Mariano Moreno, donde hoy se lucen elegantes viviendas de alto valor económico, fue decididamente destinado a los obreros.
Cuando todavía era un campo donde no hacía mucho funcionaban explotaciones lecheras, se inició un plan de viviendas, el primer núcleo habitacional importante del sector.
Corrían los años 70 cuando se construyeron las 52 viviendas del Instituto Provincial de la Vivienda, destinadas “principalmente a empleados, obreros y cuentapropistas”, explica Bernardino Calvo en su libro sobre la historia de los barrios.
En el mismo texto se cita el testimonio de uno de los primeros vecinos, Antonio Bosco, quien recuerda que antes de ese plan habitacional existían algunas viviendas, “pero que la mayor dificultad para promover su desarrollo era la ausencia de infraestructura adecuada, ya que no se contaba con energía eléctrica ni tampoco con calles convenientemente trazadas”.
En esos años la luz llegaba a cinco cuadras del barrio, a la altura del Sport social Club.
Una vez que llegó ese servicio esencial, el desarrollo no se hizo esperar.
Después de las 52 casas construidas en la Intendencia de Vijande (1972) se hicieron 10 más durante la gestión de Carlos Pizzorno (p) (1975) y, por último, 82 casas más durante el período de Gobierno de Jaca (1980).
Antes de la construcción de esos barrios obreros, los terrenos pertenecían a los villamarienses Federico Aquistapace, Antonio Salvador y Odel C. Sponer, quienes vislumbraron la posibilidad de urbanizarlo.
La propiedad había pertenecido a Guillermo Hammersechimidt y, posteriormente, fue adquirida por Arturo Espina, quien la utilizó para instalar un tambo.
De Espina pasaron a ser propiedad de los nombrados Aquistapace, Salvador y Sponer, quienes parcelaron el terreno en 400 unidades de 10 metros de frente por 30 de fondo. Además, donaron dos manzanas a la Municipalidad para calles, espacios verdes y centros asistenciales y educacionales.
Así fueron los orígenes de este barrio en el que hoy conviven las propiedades de altísimo valor con aquellas viviendas que originaron la población y que son reconocidas como “el barrio viejo”.
Y todo enmarcado por uno de los sectores más bellos de la costanera, con la vegetación natural prodigiosa en el regalo de sombras y fresco para los vecinos que eligen pasar a la vera del Ctalamochita, en un ámbito más tranquilo que la parte central de la vera del río.
Hoy el Mariano Moreno cuenta con todos los servicios básicos y, a excepción del pavimento, tiene las comodidades de acceso que en los primeros años de urbanización eran impensadas para ese sector de la ciudad.