"Me desperté con la boca y la nariz tapadas y una luz blanca en la cara. Creí que había pasado al otro mundo...", contó Marta Martinengo de Capellino ayer, horas después de haber sufrido un asalto en su vivienda. "Mirá, mamita, te entregaron", le aclaró de inmediato y en la oscuridad la voz de quien presionaba con guante de lana sus vías respiratorias.
Mientras la docente y su hijo Julián (16 años) dormían, tres sujetos ingresaron a eso de las 2.50 a la casa, ubicada sobre bulevar Udry 411 de la vecina localidad de Arroyo Cabral. Despertaron iluminando la cara de la mamá y le pidieron “que calmara enseguida al pend... si no le iban a tener que meter un chumbazo", narró a un periodista de EL DIARIO.
El esposo de Martinengo, Edgardo, se encontraba de viaje y Giuliana (la hija mayor), reside y estudia en Villa María. Los ladrones mismos se avisaron de esto: "La pend... no está". Siempre con el mismo léxico, le reiteraron a Marta que tranquilizara a Julián, un pibe de metro noventa de estatura que reaccionó a la defensiva en el primer contacto con los invasores.
La mujer se incorporó de la cama, acudió al pedido, y fueron atados de pies y manos. "A mi hijo lo sujetaron a la cama con cordones de las zapatillas que iban sacando y le taparon la cara con una sudadera. Yo pedí que me dejaran sentada, para no sufrir un coma diabético", explicó Marta (50).
s La llave
Aparentemente, los asaltantes ingresaron a la morada por la puerta del garaje, ya que el hijo de Marta habría dejado la llave en la cerradura y la hicieron girar utilizando algún pegamento.
A partir de allí, y teniendo en cuenta que "la casa es simple", recorrieron el ambiente que componen la cocina-comedor y estar, ganaron el pasillo para dirigirse a las tres habitaciones y dar con la mujer y su hijo, descartando otros ocupantes.
"Revolvieron todo, yo le di mis anillos, encontraron otros y algunas cadenitas, todo de oro. Incluso se llevaron los regalos que le habían hecho a mi hija en las fiestas donde fue consagrada Reina...", se lamentó. "Se llevaron todo, reconocían las cosas de valor", añadió.
Los ladrones se apoderaron, en la búsqueda de dinero en efectivo que entregó la mujer, unos 800 pesos, además de ahorros de los hijos y monedas, haciendo un total aproximado de 1.500 pesos, calculó la daminificada. También cargaron con dos celulares, una Play Station II, un reproductor de DVD y una netbook que la docente tenía en comodato otorgada por el Ministerio de Educación de la Nación. Un objeto de valor simbólico que se llevaron fue una pistola que fue pasando de generación en generación en la familia Capellino: un revólver "bastante antiguo", detalló.
Pedían más
"Yo dejé que revolvieran todo, pero pedían más dinero", dijo Marta. Fue entonces cuando uno de los malhechores insistió en que la habían marcado: "¿Dónde están los 52 mil dólares?, me preguntaron. Yo no tengo dólares les aclaré. Yo soy docente y mi marido camionero. Y si los tuviera estarían en una caja fuerte".
A pesar de esa precisión en la cifra, todo parece indicar que los asaltantes se dieron cuenta en ese momento que habían errado. Y los epítetos echados al aire tenían como destino al datero: "Ya va a ver el que te entregó, lo vamos a hacer recag...". Todo hace suponer que se fueron del domicilio disconformes con el botín, ya que reiteraron la frase en la salida.
Pero en esa odisea que duró unos 40 minutos, hubo un momento de cierta calma: "Cuando uno de ellos me llamó Marta, me sentí más tranquila, como más protegida", recordó la docente.
Además, le pidió a su hijo que se calmara "que primero está la vida y lo demás es material... Aunque se llevaron todo".
La Policía
De los datos recabados por la fuerza policial, se sabe que dos de los individuos estaban encapuchados (uno con un pasamontaña y otro con capucha y una remera tapando medio rostro) y el tercero a cara descubierta, aunque cubriéndose el cabello.
Los participantes del atraco, sin embargo, serían más de tres, ya que ni bien se retiraron de la vivienda se puso en marcha un automóvil. Por lo tanto, la Policía no descarta que un cuarto sujeto haya estado aguardando afuera, haciendo las veces de "campana".
¿Y el 101?
La mujer logró zafarse al rato de las ataduras y tras comprobar que los asaltantes se habían marchado, ayudó a Julían a liberarse. Llamó a su marido y le pidió que regresara sin importar la distancia. Luego intentó comunicarse con la Policía llamando al 101, pero el teléfono sonaba sin ser atendido. Probó con Bomberos Voluntarios, al 100, y el jefe del Cuerpo, Claudio Stoll, se encargó de comunicarse con la Comisaría cabralense, mientras Marta insistía al 101, para descubrir avanzadas las horas que no suena el aparato en el recinto de la fuerza.
"Es lamantable que no funcione el teléfono, porque si uno llama es porque está necesitando ayuda, y a mí me toca después que violaron mi intimidad, mi casa. Estás desesperada y no encontrás que te atiendan en la Policía", se quejó Marta.
Y expresó finalmente: "Ojalá que esto no se repita, fue muy feo. Que no le toque a nadie más", dijo, para recordar que en los últimos años, fueron tres los vecinos de la misma cuadra "visitados" por los ladrones.