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El Peregrino Impertinente
La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne, es uno de los libros que más inspiración ha despertado en el viajero. El que más espiración ha provocado, en cambio, es “Cómo inflar globos”, de Jacinta Soplete. Este último muy criticado entre los intelectuales contemporáneos, al considerarlo demasiado complejo.
El argumento de la obra (No de “Como Inflar Globos”, sino de “La Vuelta al Mundo en 80 días”), es bien sencillo: tras una apuesta con sus amigos del club, el millonario inglés Phileas Fogg sale a darle un ruedo a la tierra, con la premisa de lograr su objetivo en no más de 80 jornadas. Lo acompañan en la aventura su ayudante francés Passepartout, la princesa india Aouda y de manera secreta, el agente Fix, quién intenta atrapar a Fogg. Para los que ya se conocían la historia de memoria y maldicen el tiempo perdido en leer la explicación, decirles que se calmen un poco, que es domingo.
Lo apetecible del recorrido
Pero más allá de lo encantador de la trama (las excentricidades de Fogg, el jocoso accionar de Passepartout, el empeño y la sagacidad de Fix y la diversidad de transportes utilizados son algunos de los puntos a destacar), es el trasfondo en el cual se desenvuelve la misma lo que más placer genera en el adepto a los viajes. Son los escenarios, los lugares por los que transcurre el relato, los que le hacen soñar mundo.
El periplo realizado por los personajes podría resumirse de la siguiente manera: desde Londres hasta las costas de Italia, atravesando Europa de norte a sur. Luego surcando el Mediterráneo y las aguas del Canal de Suez, en Egipto, arribando a Bombay, para recorrer India de oeste a este. Después, desembarco en Hong Kong, China y Japón, y llegar, Pacífico mediante, a Estados Unidos. Cruce de la tierra de los cowboys hasta Nueva York, y de ahí, previa escala en Irlanda, retorno a la capital de Inglaterra. Las babas caen de la boca del viajero, manchando el diario, y provocando el desprecio de sus seres más queridos.
Grande Verne, que de entre su delirio creativo también sacó este homenaje a los que hacen del andar por el globo, una pasión. En los puestos de información turística, no se consigue.