Escribe:
Facundo Martínez
Especial para EL DIARIO
Ante el avance en la costumbre de vacacionar en aquellas localidades que se visten de teatros, celebridades televisivas, bullicio nocturno y tráfico desmesurado, algunos se inclinan a pasar los días de descanso entre la quietud y los parajes carentes de cualquier tipo de contaminación. Así, la localidad de Salsacate, ubicada en el Valle de Traslasierra, se propone como un paraje ideal para reposar, recuperar fuerzas, realizar deportes o incluso bañarse en aguas curativas. Será cuestión de sumergirse en sus encantos.
Atractivo regional
Sale el sol y Salsacate se despierta diáfano. Un extranjero, aquel viajero fácilmente identificable por sus atuendos (y por supuesto, por su cámara de fotos), posa sonriente frente a la iglesia Nuestra Señora del Rosario, templo tan sencillo como bello. El muchacho se acomoda el sombrero, ajusta la caramañola, se sube a su bicicleta y pregunta con un enrevesado acento dónde queda el camino de los Túneles. El, como tantos otros, va en búsqueda de aquellos paisajes tan característicos de la región.
Y es que resulta muy sencillo dejarse llevar por los caminos de Traslasierra, partir con destino a las sierras de Pocho, visitar los palmares Caranday o la reserva del Chancaní: el paisaje agreste de la zona, la mezcla de culturas de los aborígenes y los españoles sobrevive ante el paso impetuoso del tiempo. Una experiencia exquisita para quienes disfrutan la meditación, la calma, la introspección y las propiedades curativas de la naturaleza para sanar la mente y el cuerpo. Por eso, a media mañana, aprovechando la plenitud y la claridad del día, no son pocos quienes persiguen las sales del río Cachimayo, el cual tiene propiedades curativas por el hecho de ser yodado. Para los amantes del yoga, este es un sitio excepcional. Por otro lado, el río Jaime es especial para los matrimonios con niños pues generalmente sus aguas son apacibles y poco profundas, con facilidades para crear pequeñas ollas que sirven como una contención natural para los más jóvenes.
Rústica y delicada
Cabe destacar que Salsacate actualmente representa la convivencia entre los pueblos originarios y las costumbres impuestas por los españoles. Cuenta la historia que al llegar, los europeos pretendieron instalar el nombre de Valle de Las Campanas en alusión a la tonada de los comechingones, quienes colocan el acento prosódico en la primera sílaba de cada vocablo. Es decir, el sonido fuerte, al igual que las campanas, sonaba al principio. No obstante, el hecho que la localidad no haya sido refundada por los españoles, entre otras cosas, hizo que se mantuviera la denominación original colocada por los aborígenes, es decir, Salsacate. Aún así, los habitantes de esta hermosa localidad le han marcado la impronta: Salsacate es pícara pero hermosa; rústica y delicada a la vez. Al mediodía, en el almuerzo almorzar, es hora de probar los productos regionales, totalmente naturales. Lo más recomendado: la humita casera con queso de la zona.
Perderse entre las callecitas mientras los vecinos duermen la siesta, escuchar el melodioso sonido del agua al escabullirse entre las piedras, mirar cómo los pájaros revolotean en el cielo inmaculado o montar un caballo e ir en busca del bosque serrano, son otras de las deliciosas actividades que se pueden realizar en este rincón de la provincia. Experiencias todas que provocan un nivel de relax impagable. Marca registrada de un pueblo muy especial.