Por el Día Nacional de la Juventud
Hace 36 años, el 16 de setiembre de 1976, fueron secuestrados siete jóvenes estudiantes secundarios de La Plata, pertenecientes a varias agrupaciones, a la UES, a la Juventud Guevarista, entre otras. El secuestro se da en el marco de las prácticas sistemáticas de represión de parte del Estado terrorista: los secuestraron, torturaron, y tres fueron desaparecidos.
Hacia 1976 el nivel de movilización de los jóvenes no tenía parangón en la historia de la política argentina: muchos estudiantes secundarios participaban activamente en los reclamos sectoriales, como fue el del boleto secundario estudiantil hacia 1975. Nadie dudaba de la capacidad e idoneidad de los jóvenes para llevar adelante sus demandas.
Treinta y seis años después, esta fecha nos encuentra nuevamente a los jóvenes en el centro de la escena, tanto por la recuperación de la movilización juvenil en torno a la participación política, como por la necesaria legitimación de la voz joven ante los debates que se presentan.
El que hoy nos lleva a levantar la voz, acerca de la baja de edad para votar, ha generado innumerables opiniones por parte del mundo adulto, mientras que todas las encuestas realizadas a jóvenes demuestran un apoyo a la iniciativa.
Las ampliaciones de derechos civiles y sociales en Argentina se dieron siempre en el marco de profundos debates, siempre conflictivamente, y muchas veces con la oposición de vastos sectores sociales, más tendientes a retrotraer derechos que a hacerlos avanzar.
Cuando se ampliaron derechos políticos, particularmente el del voto, los argumentos fueron siempre semejantes: el sector que sería incluido en el derecho al voto no estaba preparado para emitirlo, o en todo caso, se iba a volcar masivamente al oficialismo.
La historia se encargó de demostrar que el camino de la inclusión, no es sencillo, pero es el que garantiza la democratización de las relaciones y de la vida cotidiana.
Es importante rescatar hoy las trayectorias, las voces, las banderas enarboladas por aquellos jóvenes de los 70; no como acto de anhelo, de un tiempo ya perdido, sino de memoria, de continuidad.
En este Siglo XXI, con los resabios del neoliberalismo a cuestas, debemos preocuparnos y ocuparnos de reconstruir los lazos de solidaridad que supieron desarticularnos: la militancia, la participación, la apertura de espacios para el debate, la discusión, el compromiso con el que menos tiene, el fortalecimiento de los lazos intergeneracionales, y el retorno de la voz de los jóvenes como voz legítima y válida para opinar, pero sobre todo para tomar decisiones.
Recordando aquella noche del 16 de setiembre de 1976, hoy, 36 años después, los jóvenes seguimos apostando a la construcción colectiva de una sociedad mejor.
Equipo de trabajo del área de Juventud Universidad Popular
Municipalidad de Villa María