El sábado por la noche el elenco del Teatro Estable Villa María estrenó la obra cómica “¡Jettatore!”, del dramaturgo y político Gregorio de Laferrere, ante la sala repleta de El Globo Rojo.
La pieza, dividida en tres actos, comprende una suerte de comedia de enredos con visos de vodevil y una buena dosis de recursos del arte bufonesco e hilarante.
Vale decir que la puesta es atractiva y recomendable por diferentes atributos. Por una parte, porque se trata de una producción argentina esgrimida a principios de Siglo XX, cuyo estreno -en 1904- corrió por cuenta de la afamada compañía de los Hermanos Podestá y que fue presenciado por el entonces presidente de la Nación, el nefasto Julio Argentino Roca.
Segundo, porque en su trama se cuelan aspectos de la idiosincrasia y de la vida cotidiana de las clases altas porteñas en aquella época, como el férreo mandato patriarcal a la hora de convenir un matrimonio, el galanteo formal de los pretendientes de las hijas de la familia en cuestión, la actitud altiva del jefe de familia y dueño de estancia y la jerga “burrera” de los asiduos y activos participantes de las carreras de caballos. Por último, por la destacada interpretación de los 12 actores que conforman el joven elenco, quienes siguen demostrando con contundencia que el Teatro Estable aporta un gran semillero de talentos en escena.
En rigor, la desopilante pieza gira en torno a Don Lucas (un increíble Nicolás de Mingo, quien debió imprimirle gestualidad y un seseo permanente a su personaje), un acaudalado pretendiente de Lucía (una precisa Agustina Salgado Cuevas, quien hace las veces de hija mayor de la familia). Lucía junto a Carlos (su primo y amante secreto, encarnado por un aplaudido Maximiliano Sánchez) urden un plan para “desestimar” su afán de casorio. Por ello, inventan que Lucas posee y destila una mala suerte tan tremebunda que puede llegar a matar a quien se le impregne. La superstición, como todo ente inexplicable, comienza a regarse por el resto de la familia sin sustento más que las vicisitudes provocadas por la pareja complotada. Para ello suman a un falso médico (Ezequiel Clot, impecable) y a una amiga de Lucía, Leonor (Anahí Rodríguez, de gran performance). La atribución del mal al pobre Lucas va creciendo como una sombra cuya oscuridad ciega de razón a todos los demás, siendo el chivo expiatorio de cualquier adversidad. Hasta los propios ideólogos del plan se interrogan sobre tal capacidad de daño. Completan la galería Doña Camila (la experimentada Cristina Nicola), su esposo Don Juan (Martín Falces), la sirvienta Angela (Florencia Bergia), la hermana de Lucía, Elvira (Paula Pesce), y su novio Pepito (Facundo Cardozo), el mayordomo Benito (Carlos Albornoz) y el primo galán de las hermanas Don Rufo (a cargo de una verdadera revelación, Julián Dalmasso). Cabe destacar la escenografía, el vestuario (a cargo de Yanina Pastor) y la utilería utilizada.
Repiten todos los sábados a las 22 en Estados Unidos 281.
Juan Ramón Seia