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25 de Septiembre de 2012
Psicología
¿Quién cuida al cuidador?
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El que cuida es la segunda víctima de la enfermedad

El cui­da­do de un fa­mi­liar con de­men­cia u otra pa­to­lo­gía neu­ro­ló­gi­ca pro­gre­si­va es una ta­rea per­ma­nen­te, ago­ta­do­ra y con exi­gen­cias cre­cien­tes a me­di­da que la en­fer­me­dad avan­za.

El cui­da­dor in­for­mal, usual­men­te, el cón­yu­gue, her­ma­no, hi­jo o ve­ci­no, no es ob­je­ti­vo de la in­ter­ven­ción del pro­fe­sio­nal de sa­lud, con­for­mán­do­se en la po­si­ble se­gun­da víc­ti­ma si­len­cio­sa de la en­fer­me­dad.
Por lo ge­ne­ral, los pro­ble­mas de con­duc­ta afec­tan más que aque­llos sín­to­mas pro­pios de la de­men­cia. 
El sín­dro­me por so­bre­car­ga del cui­da­dor o “burn-out” apa­re­ce cuan­do se in­ten­ta de mo­do re­pe­ti­ti­vo la mis­ma es­tra­te­gia sin ob­te­ner los re­sul­ta­dos es­pe­ra­dos. Por ejem­plo, in­ten­tar con va­rios me­núes y que el pa­cien­te per­sis­ta en “no que­rer co­mer”, pre­gun­tar so­bre el nom­bre de un co­no­ci­do y que és­te no lo­gre re­te­ner la in­for­ma­ción o tal vez no re­cor­dar su ros­tro a pe­sar de las “pis­tas” que se le dan.
El sín­dro­me del cui­da­dor o burn-out con­sis­te en un pro­fun­do des­gas­te emo­cio­nal y fí­si­co que ex­pe­ri­men­ta la per­so­na que con­vi­ve y cui­da a un en­fer­mo cró­ni­co in­cu­ra­ble co­mo es el ca­so de la en­fer­me­dad de Alz­hei­mer. El cui­da­dor que pue­de su­frir­lo es aquel que lle­ga a de­di­car­le gran par­te de su tiem­po, du­ran­te un pe­río­do pro­lon­ga­do y con es­tra­te­gias pa­si­vas e ina­de­cua­das de re­so­lu­ción de pro­ble­mas.
Las se­ña­les de alar­ma que nos mues­tran que el cui­da­dor es­tá su­frien­do de es­te sín­dro­me son las siguientes:
-Aban­do­no de la vi­da so­cial o ac­ti­vi­da­des pla­cen­te­ras.
-Im­po­ten­cia (ha­cia el pro­gre­so de la en­fer­me­dad)
-Irri­ta­bi­li­dad y mal hu­mor/pér­di­da del ape­ti­to.
-Ver­güen­za/eno­jo/irri­ta­bi­li­dad.
-An­sie­dad ha­cia el fu­tu­ro
- Mi­ni­mi­za­ción o ne­ga­ción de la en­fer­me­dad.
- In­som­nio/som­no­len­cia/can­san­cio y de­cai­mien­to/fal­ta de con­cen­tra­ción.
-Dis­mi­nu­ción de las ca­pa­ci­da­des re­so­lu­ti­vas.
- No acep­tar ayu­da.
-Pro­ble­mas fí­si­cos/do­lo­res ar­ti­cu­la­res/fa­ti­ga.
-De­pre­sión­/so­le­dad/tris­te­za.
-Au­sen­cia de pro­yec­ción per­so­nal.
-Re­la­ción sim­bió­ti­ca. 
-Ri­gi­di­za­ción de la per­so­na­li­dad.
-Abu­so de al­co­hol, ta­ba­co y psi­co­fár­ma­cos.
 
Qué evi­tar
 
Qué con­duc­tas de­be evi­tar el cui­da­dor pa­ra dis­mi­nuir su so­bre­car­ga: 
-De­man­das al pa­cien­te que ex­ce­den sus ca­pa­ci­da­des.
-Ser de­ma­sia­do crí­ti­co con el pa­cien­te.
-Ig­no­rar las ne­ce­si­da­des del pa­cien­te.
-Exas­pe­rar­se an­te las de­man­das. 
-Ser ex­ce­si­va­men­te rí­gi­do o con­tro­la­dor.
-Eno­jar­se o ser agre­si­vo con el pa­cien­te.
-Crear cam­bios re­pen­ti­nos e ines­pe­ra­dos en la ru­ti­na o en el en­tor­no del pa­cien­te.
-For­zar al pa­cien­te a rea­li­zar de­ter­mi­na­das ac­ti­vi­da­des de de­ter­mi­na­da for­ma.
-In­sis­tir con pre­gun­tas di­ri­gi­das a que el pa­cien­te re­cuer­de al­go.
 
s Qué ali­via
 
Qué con­duc­tas pue­de ali­viar la so­bre­car­ga:
-Com­pren­der el ori­gen y el sig­ni­fi­ca­do de­trás de una con­duc­ta.
-Fle­xi­bi­li­dad y ca­pa­ci­dad pa­ra acep­tar cam­bios.
-Ac­ti­tud em­pá­ti­ca, cui­da­do­sa y cá­li­da ha­cia el pa­cien­te.
-To­le­ran­cia con los “pro­ble­mas” del com­por­ta­mien­to, ta­les co­mo ac­ti­vi­da­des re­pe­ti­ti­vas.
-Ocul­tar la en­fer­me­dad a otros o ver­güen­za de te­ner un ser que­ri­do en­fer­mo.
-Res­pe­to del pa­cien­te co­mo per­so­na.
-Crea­ti­vi­dad en el ma­ne­jo de los sín­to­mas com­por­ta­men­ta­les y psi­co­ló­gi­cos, en la re­so­lu­ción de pro­ble­mas y en el ex­pre­sión de los sen­ti­mien­tos pro­pios.
-Man­te­ner el sen­ti­do del hu­mor.
Cui­dar al “que cui­da” es apos­tar a la ca­li­dad de vi­da del pa­cien­te.
 
 
 
Lic. María Verónica 
 
NardelliMat. 10.697
vero_nardelli@hotmail.com

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