La casa de Juan Borio y Marta Ontivero es el lugar elegido para la nota de EL DIARIO en los barrios.
Se sumaron Esteban Romero, quien habita el sector desde los años ´70, cuando se hizo un plan de viviendas para el gremio de los trabajadores del Correo y María de Cassano, quien vive desde antes en ese bello sector de la ciudad.
Las conversaciones se mezclan porque todos tienen anécdotas para contar. “Imagínese que yo vine acá cuando tenía cuatro años, con mis padres, que trabajaban en una de las dos quintas que había”, recordó Juan Borio.
Se desempeñó en esa labor hasta los 18, cuando se fue a trabajar a una fábrica de pastas.
La fábrica Bonadero también fue el lugar donde trabajó su mujer, Marta Ontivero. “Nuestras familias se conocían de antes, pero siempre en torno a la fábrica de pastas”, recordaron.
Tras un tiempo de novios, se casaron. La quinta donde trabajaba el padre de Borio ya no estaba. “Los Anselmo (dueños de los terrenos) habían loteado y le dejaron por indemnización a mis padres unos terrenos acá. Nosotros nos casamos en el ´68 y nos vinimos a vivir a esta casa, que levantamos a pulmón”, indicó Borio.
Al frente de ellos, los Cassano también levantaron con esfuerzo su techo propio. “Trabajamos tanto con mi marido para hacer la casa, y si bien hoy nos queda un poco grande, no me iría de acá ni atada. Amo este barrio”, dijo María de Cassano.
Recuerdan que las mujeres colaboraban con las tareas de albañilería para concretar el sueño del techo propio. “Nos casamos nosotros y ellos -por los vecinos- en el año ‘68. Entonces, nos ayudábamos a terminar la casa”, recordó.
El matrimonio Cassano también está integrado por una familia de trabajadores, empleados, ambos, en la firma Nossovich.
“Los vecinos nuevos vienen de otro sector. Son gente de más dinero que se construye unos caserones bárbaros”, apuntó Romero.
“Cuando vinimos, muchos nos decían que “estaba encerrado por las vías”, dado que además de la línea actual del ferrocarril de Villa María hacia Rosario, que es uno de los límites del barrio; estaba el ramal que comunicaba esta ciudad con La Carlota y que pasaba por la calle Scalabrini Ortiz.
“Por eso, había un solo ingreso al barrio. Parecía encerrado. Hoy es otro panorama”, resaltaron.
Esteban llegó al barrio con el plan de viviendas del Correo. “Había que poner mucha plata. Yo no llegaba a juntarla. Pero justo se dio que cuando trabajé en Buenos Aires, había podido construir una casita a mis padres, en Las Varillas. Ellos ya habían fallecido y la señora que alquilaba esa casa, la quiso comprar. Con lo que me entregó, me alcanzó para abonar el ingreso a la casa que nos entregaron uno o dos años más tarde”.
Después de la construcción del barrio del Correo, éste sufrió una gran transformación. “Debe ser que con la plata que vendieron los terrenos, pudieron mejorar todo. Pusieron los postes de la luz y quedó todo iluminado. Antes, ése era el servicio principal, porque no había gas natural y agua sacabas con el bombeador”, recordó Romero.
De las barrancas a la mejor playa
Borio es el que más recuerda el barrio desde sus orígenes. Conoció cada tramo del río, más caudaloso por entonces. “Acá había unas barrancas de unos tres metros de alto. Era todo yuyos y suciedad. Cuando lotearon los Anselmo, bajaron la tierra y quedó la playa. Ahora la ves, y no hay lugar más lindo a la orilla del río que la Playita Santa Ana. Nada que ver como era antes”, afirma.
Su esposa recuerda que cuando salían a caminar o acompañaba a Juan en excursiones de pesca, él le marcaba un espacio exacto donde se podía mover sin riesgos con los chicos. “Es que el río era más profundo y estaba lleno de pozos. Como él los conocía bien, yo me quedaba más tranquila sabiendo por dónde era seguro”, recordó.
Los planes de vivienda
El tiempo fue pasando y allá por los ´70, antes de que se hicieran los planes de viviendas, la calle Martí era una de las únicas pobladas del lugar. “Habrá habido unas 10 casas”, recuerda Borio.
Luego llegó el barrio de los trabajadores del Correo. Más tarde el de los bancarios y así quedó constituido el barrio que tiene la particularidad de haber sido proyectado con innumerables espacios verdes.
“Me acuerdo cuando nos hicimos la casa, nos exigían que tuviéramos una vereda de 2,50 metros, para dejar el verde al frente”, indicaron. “Ahora no se respeta más esa exigencia”, agregaron.
“Para nosotros, los del Correo, la exigencia del BID (Banco Interamericano de Desarrollo), que era el que daba el préstamo, es que se hiciera una casa al lado de la otra, es decir, no había mucho lugar para dejar entre las viviendas, a pesar de que había terrenos de sobra. También era la decisión de que fueran todas viviendas tipo chalé”, recordó Romero.
Eso le fue dando una tipología al barrio que hoy conserva.
Laberinto
Tal vez, una de las características más distintivas del barrio es que sus calles están ordenadas de tal manera que para el visitante resulta un verdadero laberinto encontrar la salida.
“No ayuda mucho que las calles tengan distinta extensión, eso lo hace más complicado. Por ejemplo, esta cuadra de la Martí, tiene 200 metros y las que cruzan, no llegan a los 100 metros. Entonces se hace todo difícil para el que no conoce”, dijo Cassano. “Y para el que conoce también”, apuntó Ontivero. “Me acuerdo una noche que venía del barrio Rivadavia y quise hacer unas compras a unas cuadras. Después, no podía encontrar la vuelta para llegar a mi casa, así que me volví al punto de partida para hacer el trayecto que más conocía”, agregó.
Luchas compartidas
Los Ontivero, los Cassano y los Romero, recuerdan algunos hechos que marcaron la historia del barrio. Como cuando pelearon todos juntos por el costo de la obra de agua. “Nos querían cobrar el doble. La verdad, no conseguimos nada para nosotros, pero creo que ayudamos a que a otros barrios no les pasara lo mismo, porque empezaron a poner medidores”, dijo Romero.
También batallaron juntos para que EPEC retire los transformadores que contenían PCB, un elemento denunciado como cancerígeno. En este caso, lo lograron.
El último de los reclamos conjunto fue por las dudas sobre la calidad del agua que consumen en el sector.
Todas estas batallas, las ganadas y las perdidas, la hicieron juntos. Como levantaron juntos las casas en la que criaron a los hijos. Lo hicieron como lo que son, buenos vecinos.