Las empresas en su constante evolución afrontan la necesidad de cambios, a veces éstos son menores y en algunas oportunidades, adquieren una importancia crucial para el futuro de la organización.
En el caso de las empresas Pymes de nuestro país, en especial aquellas de conformación típicamente familiar, crecen desde sus orígenes bajo el impulso de su mentor, apoyado por colaboradores o familiares que, desde la primera instancia, comparten el proyecto, la visión.
En ese crecimiento paulatino, algunas empresas comienzan a ocupar un espacio importante del mercado, desarrollan productos o servicios que son altamente valorados y la demanda pasa a ser un condicionante clave en su crecimiento.
Es en ese momento que el líder comienza a percibir que, como la empresa está organizada, con los recursos humanos y financieros que dispone, no podrá responder indefinidamente a ese crecimiento que viene sostenido por una demanda genuina y creciente.
Aquí el empresario se plantea la gran disyuntiva: me preparo para dar el salto a una nueva organización para responder a esa demanda del mercado y crecer o me quedo como estoy y respondo sólo a lo que puedo hacer, no modificando los fundamentos de mi actual empresa.
Esta situación es la que yo denomino “el punto crítico”, una verdadera opción de hierro en la vida de la empresa. Transformarse en una nueva organización, profesional, planificada, abierta, con crecimiento indefinido o mantenerse como está con el riesgo que otro competidor, actual o futuro, lo reemplace en algún momento en el mercado, iniciando su declinación.
Es que en verdad la opción no existe, es sólo una: cambiar la organización, responder a esa demanda y crecer. La otra alternativa, seguir como tal cual es, es el comienzo de una declinación o, en el mejor de los casos, de un largo letargo .
Esta decisión no es para nada fácil, la incertidumbre pasa a ser un factor primordial, surgen miles de preguntas y opciones diferentes. Pero es aquí donde se puede observar el verdadero motor empresarial, donde se muestran los líderes, donde la visión de quien dirige es sustancial. Hay que llevar a la organización a otro puerto, más lejano, pero más beneficioso, más prodigioso para todos.
Esta decisión, y el asumir el riesgo que esto conlleva , debe estar acompañada por el compromiso de quienes comparten la conducción, y el conocimiento y la estrategia de quienes desde lo técnico lo pueden asesorar de manera idónea.
En este marco habrá que analizar cuál es la mejor alternativa, con qué recursos humanos y financieros se debe contar para llevarlo adelante, bajo qué estrategia y parámetros de acción, cómo comunicar ese cambio, etcétera.
Las empresas Pymes exitosas cuentan con un capital no contabilizado en sus balances que son sus valores intangibles (marca, prestigio, trayectoria, clientela, etcétera) que se deben poner en juego en esta cirscunstancia, valorándolos en su real dimensión.
En esta instancia el empresario muchas veces toma conciencia del verdadero valor de su empresa, de lo que ha construido tras muchos años de trabajo y dedicación y puede capitalizarlo patrimonialmente.
En nuestra cultura, nos cuesta entender los beneficios de abrir el capital a nuevos inversionistas, incluir personas comprometidas con la visión en el Directorio de la empresa, incorporar la profesionalidad de quienes, desde lo externo y profesional pueden agregar valor. Es decir, entender que poseer el ciento por ciento de algo pequeño es mucho menos que detentar un porcentaje parcial de una organización virtuosa y con proyección indefinida de crecimiento.
Concuerdo que esta situación no se ajusta para todos los casos y para todas las personas, que hay que analizar la empresa en sus aspectos históricos, organizativos, financieros y de mercado para tomar la decisión de transformación necesaria a una nueva etapa .
Pero de lo que no tengo dudas es de los beneficios que una decisión de crecimiento conlleva cuando ésta se adopta en el marco de una nueva visión empresaria, de una nueva organización.
A esta altura usted puede estar pensando que esto es una utopía, teoría pura en todo caso. Lamento comunicarle que no es así. Hay empresas que tomaron esa decisión y hoy son grandes organizaciones y hay también de aquellas que lo están haciendo, con muy buenas expectativas.
Las empresas no pueden permitirse no crecer, es una opción de vida que en algún momento se debe tomar, cuando una organización es exitosa y tiene un horizonte de crecimiento a partir de sus propios méritos, el líder debe asumir el rol que le compete, superar el “punto crítico” y guiarla en este nuevo derrotero. Sus propios trabajadores, su familia y la comunidad en su conjunto, se lo agradecerán.
Cr. Alberto Costa