Hoy a las 17 se llevará a cabo una marcha especial y un acto recordatorio a un año del brutal asesinato de Claudia Rodríguez por parte de Cristian Moschitari, el pasado 29 de setiembre de 2011, frente al Instituto Rivadavia.
La congregación está prevista en la esquina de San Martín y General Paz, en plaza Centenario, con las consignas "Ni olvido ni perdón" y "Por una vida libre de violencia". La actividad está promovida por los integrantes de la Multisectorial de la Mujer, compuesta por Las Juanas, Las Felipas, Brigada contra la Violencia Machista, familiares y amigos de Claudia. Además, la velada comprenderá la actuación de diferentes conjuntos y artistas locales como La Cantarola, el Dúo por la Vida, Agustín Druetta, Araceli Bonfigli y Alvaro Montedeoro, Juan Gudiño y Valentina Gaitán, la actriz Paula Cañas y la narradora Alicia Perrig.
Hace un año que Claudia, nuestra amiga y compañera, no está más con nosotras debido al hecho que todos conocemos. Alguien decidió por ella, alguien decidió ponerle fin a su vida.
Claudia, una amiga, una compañera, una mamá, una persona llena de dulzura, bondad, llena de buenos pensamientos, de sueños, de vida, ya no está más. Alguien decidió que debía morir y, simplemente, la mató.
Por eso creemos que la justicia ya no existe para ella, pero sí creemos que este hecho doloroso y tremendo puede hacer que la justicia tenga otras caras. Para que no haya más “Claudias” y haya menos golpeadores, maltratadores y femicidas.
La justicia sólo podría tener sentido si las autoridades judiciales dan una condena ejemplificadora para este femicida. Que este hecho no quede en una simple emoción violenta.
La justicia puede tener sentido, además, si las autoridades públicas, encargadas de protegernos y cuidarnos, recibieran una adecuada capacitación para receptar las denuncias de las mujeres maltratadas y abusadas que llegan a diario a esas oficinas buscando protección, cobijo y comprensión y, en la mayoría de los casos de no encontrarlos ahí, volverán al lugar adonde han sido lastimadas, maltratadas o abusadas; porque esta mujer es parte del círculo de la violencia que la lastima, pero en el cual se encuentra inmersa.
La justicia podrá tener sentido a partir de este caso cuando nosotros, la sociedad toda, entendamos que los hechos de violencia, aunque se les llame “doméstica”, no son de índole privada. Que entendamos que es necesario desenmascarar a los violentos y dejar de buscar culpas en las víctimas de maltrato. Que debemos dejarles mensajes y ejemplos claros a nuestros hijos de que las relaciones sólo deben estar basadas en el respeto, el amor y la tolerancia y que el amor no golpea, no lastima, no mata, que nadie debe decidir por nosotros.
Deseamos de todo corazón que podamos empezar a ver justicia a partir de este caso. Que la muerte de Claudia no haya sido en vano. Seguiremos luchando desde nuestro lugar, teniendo siempre a Claudia como abanderada de nuestra causa.
Clau: nos duele enormemente no tenerte con nosotras. Te extrañamos mucho y cada día hay un recuerdo tuyo que se nos aparece.
A pesar de este dolor, agradecemos que la historia nos movilice para luchar por justicia, llevándote siempre como bandera.
Sonia Guevara, DNI 28625680
Laura González, DNI 22672568
Carta de su maestra
“Era una alumna excelente, querida por los docentes”
Querida Claudia:
Te conocí hace muchos años, cuando ingresaste a la Escuela Bolivia de la mano de tus padres siendo yo maestra en la misma. Pasaron cientos de niños por esas aulas, cuyos rostros se perdieron en el tiempo, pero tú fuiste una de aquellas que no se olvidan fácilmente porque tu sonrisa iluminaba tu paso.
¡Qué triste tu vida Claudia! Cuando pequeña viste apagarse las vidas de tus jóvenes tías, víctimas de una horrible enfermedad; pero tu inteligencia y alegría te llevaban adelante siendo una alumna excelente, querida por tus docentes y tus compañeros.
Pero la desgracia seguía tus pasos y la enfermedad que se llevó a tus tías alcanzó también a tu madre ¿De dónde sacaste fuerzas para seguir, estudiar y apoyar a tu mamá hasta que su vida se apagó?
Años después te encuentro casualmente, siempre con esa sonrisa inolvidable, con la cual me dices que cuidas tu salud para poder tener hijos sin caer en la enfermedad de tu familia.
Y ya no supe más de ti hasta que, al abrir el diario, veo tu sonrisa, tu bella sonrisa, apagada en forma brutal, inconcebible, por un acto de locura desbordada.
Mis lágrimas se mezclaron con la rabia por tu destino, ¡tan cruel! Tanto esfuerzo, tanto amor, un futuro promisorio truncado bestialmente.
Bella Claudia, dulce Claudia, estas palabras servirán para aquellos que no te conocieron, para que te recuerden como el ser humano que dejó un recuerdo inolvidable en su docente Gladys. Justicia y paz para ti.
Gladys Bettini
Docente jubilada