“Todo proceso de universalización del sufragio es positivo, en mi opinión personal, a costa de tres condiciones: la primera es que el voto fuera facultativo y no obligatorio, la segunda es que se diera en un contexto y en una situación que auyentara la idea de clientelismo electoral y la tercera condición sería un proceso de educación cívica, muy extendido y muy intenso, que permitiera la capacitación de estos nuevos votantes.
Alguien me podrá decir, y tiene razón, que aquellos que tienen 18 años no tienen tal proceso de capacitación que estoy pidiendo y que entonces esto no sería justo, pero yo creo que es una deuda pendiente, y este debate me parece buena oportunidad para traerlo a escena, sin demonizar una u otra posición, sería una buena oportunidad de aprovechar para incentivar y aumentar la educación cívica, de la ciudadanía. Hay en esto una asignatura pendiente.
La constitución señala, como una de las tareas de los partidos políticos, contribuir a la formación cívica. En rigor de verdad debemos decir que los partidos no están cumpliendo acabadamente esta manda constitucional. También es cierto que las universidades, el sistema educativo en general y los medios de comunicación no están contribuyendo a este proceso de formación política, de educación para la ciudadanía. No hay que pensar sólo en si se aprueba o no el proyecto del voto a los 16 años, sino que a todos los votantes incluirlos en esta educación para la ciudadanía, no con un sentido de política de partido, no a favor o en contra del Gobierno, no monitoreada por un sector, sino con un sentido realmente amplio. Por ejemplo, el conocimiento de la Constitución nacional no es un tema de expertos, de abogados, de estudiantes o de constitucionalistas, es lo mínimo que todo ciudadano debe conocer.”