Estimados vecinos de Villa Nueva y Villa María:
Deseo expresarles el dolor profundo que la familia Paradela sufrió al anoticiarse del triste suceso de la muerte violenta de Andrés Samuel y Lucas David Lozano, y de las circunstancias que rodearon el hecho (filicidio cometido por María Soledad Oliva Paradela).
Quiero agradecerles a aquellos vecinos que aportaron datos, impresiones, testimonios (“buenos” o “malos”), sobre este amargo suceso, pues se vieron afectados y conmovidos profundamente por ello.
También deseo hacerles conocer que mis abuelos dejaron allí su progenie, fuertemente arraigados a sus ciudades, y también dejaron sus vidas. En constantes servicios a las comunidades que formaron Arturo, José María (Pepe) y Francisco Paradela (Pancho), como así también sus hijos y nietos, que fueron madurando al calor de las siestas de Villa Nueva y el rumor de modernidad de Villa María.
Y una nueva progenie viene ocupando el lugar de los que ya partieron físicamente para siempre. De hecho, los Paradela que no estamos radicados allí, estamos repartidos en las ciudades de La Plata, Catamarca, Río Segundo, La Falda y Córdoba capital, pero amamos Villa Nueva y Villa María, juntamente con La Carlota y Hernando: esas son nuestras casas, nuestros pagos de origen.
Es muy difícil olvidar los lugares y las vivencias de felicidad que tuvimos y tenemos en esos terruños. Es muy difícil cerrar los ojos y no pensar más en su perfume de hogar común. De refugio incondicional, de sacrificios sufridos y de amenidad familiar. Llorar no sirve de nada ya. Pero lloraremos, sin duda, mucho tiempo. Creo yo que de las lágrimas brotan nuevas estrellas de comprensión y de pertenencia, aunque sea en el silencio de una voz que no pronuncia, de palabras que se refugian en el alma o de manos que se pliegan sobre sí mismas temblando o esperando…
No deseo “dar vuelta la hoja y que todo quede atrás sin más”. Deseo repasar “las hojas viejas de mi vida”, porque de otra manera no podría seguir adelante. Nutrirse de las raíces hace bien: enaltece, reconforta, dignifica y potencia nuestro ser.
¡Muchas gracias!
Lic. y prof. Beatriz Susana Paradela Domato
Córdoba, octubre de 2012