El padre del corazón de Marta de Maldonado es Juan Domingo Bustamante (foto), un trabajador que sigue haciendo changas, aunque no las necesite, a sus 78 años de edad.
Juan Domingo es el menor de ocho hermanos. Cuando tenía ocho años murió su mamá y la familia debió afrontar la vida con esa ausencia. Trabajó siempre. “En tareas rurales, cavando zanjas, todo tipo de trabajo, que es lo que me gusta hacer”, dijo.
Hace cinco años, Marta lo trajo a vivir a su casa, donde construyeron un departamento para que viva con independencia. A él le gusta visitar a las vecinas del barrio. “Limpio los patios, corto el pasto o tomo mate y converso”, dice, sonriendo.
Nació en Pozo del Molle y muy chiquito se vino a vivir a Villa María. “Nos trajo mi papá en una chata tirada por caballos”, recordó. Primero, vivió en una casita cerca del Hospital Pasteur. “Hoy sigo yendo por esa zona, voy desde acá en bicicleta o caminando, porque no me gusta subir al colectivo”, dice el hombre que a pesar de tener un problema renal y la visión afectada, goza de la vida haciendo lo que le gusta.
De chiquito le pusieron “Nana” de apodo, porque era la palabra que usaba para decir que se había lastimado. El cariño de los vecinos le agregó el “tío”, por lo que hoy, cuando caminamos por Las Acacias, todas las sugerencias conducen al “Tío Nana”, el hombre que gusta de las conversaciones largas, de andar en bicicleta y de las amistades.