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Javier Souza Casadinho, especialista en agroecología |
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El agrónomo que participó como testigo experto en agroquímicos en el juicio de Ituzaingó, estuvo ayer en la Universidad Nacional de Villa María disertando en un curso sobre agroecología.
En diálogo con la prensa, Javier Souza Casadinho, abordó la temática indicando que la agroecología es una ciencia que estudia la aplicación de la ecología en la agricultura, respetando los ciclos naturales.
“En realidad, es como se ha practicado durante siglos. Recién en los últimos 70 años, modificaron los sistemas de producción sin tener en cuenta los principios ecológicos”, dijo.
A su criterio, la agroecología se sustenta en las siguientes bases:
4 Enriquecimiento de suelos.
4 Biodiversidad.
4 Organización de productores.
“Esto significa que se pueden enriquecer los suelos de manera natural en predios chicos, donde se practica agricultura intensiva; o con abonos verdes en cultivos extensivos, es decir, sembrando cultivos no con la finalidad de cosecha, sino para enriquecer los suelos”, indicó.
Afirma que hay empresas importantes que lo aplican, como la bodega que produce los vinos chilenos Concha y Toro, que tienen 200 hectáreas en las que aplican agroecología, fomentando la biodiversidad. “Esto es generar las condiciones para la proliferación de insectos buenos para las cosechas”, dijo.
“No queremos decir que la agroecología tiene que ser a pérdida. Se debe aplicar con criterios de rentabilidad y eso en determinadas condiciones es posible”, argumentó.
“Claro que si un productor tiene un contrato de alquiler a corto plazo, es difícil pedirle que haga un plan de trabajo de siete años para recomponer los suelos. Necesita ver los resultados antes de devolver los campos”, afirmó.
Es por eso que entra a tallar el tercer principio: la organización de productores. “Es necesario que se apliquen políticas porque no se puede pedir individualmente al productor que lleve adelante estas medidas”, agregó.
Agrotóxicos
Como especialista en agrotóxicos, Souza Casadinho, dijo que no hay posibilidad, según su visión, de aplicación inocua de plaguicidas y herbicidas.
“Se puede hablar de reducir los riesgos”, afirmó.
Para ello, sugiere no comprar los agrotóxicos fraccionados, no guardar los agroquímicos en el fondo de las viviendas, generar mínimas barreras entre las personas y los tóxicos y aplicar cuando está la plaga.
Para graficar la situación del exceso de uso de químicos, señaló que en los ‘90, antes de los transgénicos, se utilizaban en el país 30 millones de litros/kilos de plaguicida. Hoy, la cifra asciende a 370 millones.
En definitiva, a la pregunta del título, la respuesta es que sí, es posible una agricultura ecológica, aunque sea necesario adecuar condiciones políticas y culturales.
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