Silvia Maldonado (41) abre las puertas del Justo Páez Molina con alegría. Ella es la directora de este Centro Socioeducativo ubicado en Marcos Juárez y avenida Carranza y en el que concurren diariamente medio centenar de niños y niñas distribuidos en tres salas (la amarilla, naranja y verde). Hay bebés de días y bajitos de hasta 3 años.
Esta ex Guardería Municipal (como la conoce el pueblo villanovense) funciona desde 1988 y cuenta con una docente y una auxiliar por sala, además de una cocinera y una empleada de limpieza. El servicio de comida es el mismo que el del Paicor. Cuando EL DIARIO llegó aquí, un grupo de niños estaba sentado a la mesa. Ellas y ellos almorzaban exhibiendo muestras de respeto.
"Si me sacan de aquí, creo que no serviría para hacer nada. Yo estudié para esto", confiesa Silvia, la directiva del lugar. Sus años aquí la llevan a describir que la infancia ha cambiado: "Las problemáticas son más agudas", remarcará.
"Son tan tiernos, tan dulces y tan sanos", definirá luego a la población que asiste.
"Uno da todo lo que puede. Nosotros somos la base", acotará. La profesional apuntó que "quienes han ido cambiando con el paso del tiempo son los padres, no los niños", y sostendrá que "los progenitores tenían antes mayor autoridad y se les tenía más respeto". "Hay chicos que mandan más que los padres. Se necesita un poco de autoridad, que no significa pegarles. Pero un No dicho a tiempo, está bueno", explicó.
"Hay mamás que dicen que su hijo se porta tan bien en la casa y que acá no. Debe ser porque les ponemos límites", reveló.
Luego, aseguró que "los papás son muy colaboradores y que participan de reuniones de Odontología o Nutrición que realizamos acá, vienen y escuchan". Los pequeños "son muy curiosos y preguntan de todo. Estimularlos es la prioridad". Uno de los temas que se puso en la mesa de la charla con este matutino es el de los videojuegos. "Está bien que jueguen, pero todo tiene un límite. Hay que ponerles un horario a los chicos. Está bueno que disfruten de actividades al aire libre, que vayan a la plaza con los adultos a caminar, a andar en triciclo. Ocurre que por ahí los padres están tan ocupados que es más fácil sentarlos frente a la pantalla", admitió en referencia a las actividades laborales de los progenitores.
La ausencia o los endebles límites a los niños es uno de los aspectos que más le preocupa a esta directora. En las actividades se busca impulsar la adopción de hábitos. Ella dice que en la primaria se observa que muchos no tienen interés por un libro. La guardería busca ser la base para ir adoptando conductas y cultivar intereses.
“Y tratamos que el padre esté siempre presente. Hay cuatro o cinco mamás solteras, el resto son familias. Creo que años atrás se notaba mayor carencia económica, hoy hay dos ingresos, porque se nota que hay mujeres que debieron dejar de estudiar porque tienen que salir a trabajar, ya que con un solo empleo no alcanza para el grupo familiar".
El sueldo de los trabajadores del centro y la comida surge de recursos del Estado municipal. La comuna también ayuda en la adquisición de materiales, pero además se deben realizar distintos eventos para poder soportar los gastos de librería o de juguetería. "Y la gente nos dona, por ejemplo frutas, queso o ropa", destacó Silvia.
Una mamá llega al lugar y le confiesa a este medio: “Para mí, es como dejar a mi hijo con alguien de mi mayor confianza”, resaltó.