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No pasará. Rena trata de convertir, pero Damián Fernández se la roba desde el piso, mientras Del Olmo está vencido. Racing zafó de una derrota que parecía cantada - El árbitro: Estela Mary Alvarez de Olivera - La figura: César Ariel Quiroga |
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Escribe: Juan Manuel Gorno
No es nuevo que Alumni deje escapar puntos de local cuando tiene viento a favor para quedarse con el éxito. Sucedió en otros partidos de este campeonato y se repitió ayer, cuando -al igual que en los últimos duelos cordobeses- empató sin goles ante Racing de Nueva Italia. Sin embargo, las formas suelen ser diferentes y cada historia tiene lo suyo.
Esta vez, al equipo villamariense no se le puede reprochar por actitud y juego lúcido. Desarrolló tal vez el mejor primer tiempo del torneo, superó táctica y estratégicamente a un rival más encumbrado y le generó muchas situaciones por distintas vías de ataque.
El problema pasó por la puntería, esa bendita cualidad fundamental en el fútbol que Alumni careció justo cuando más la necesitaba.
A veces surgió por falta de cálculo, otras por apresuramiento, también está el lógico “mal día” que se mezcla con el cierre justo de un rival... Lo concreto es que la suma de todo determinó este empate sin gritos que no le sirvió a ninguno.
Quizás Racing aceptará gustoso el punto porque la sacó barata, sobre todo en esos primeros 45 minutos en los que Alumni metió presión en el medio para robar rápido la pelota, hacerla circular con acierto y llevarla hasta las barbas de Rubén Del Olmo.
La dubitativa línea de tres que paró Marcelo Bonetto tambaleó constantemente y hasta el propio arquero -hombre de experiencia y muchas batallas encima- anduvo inseguro mientras el local apretaba, guiado casi siempre por el agregado de los laterales a la lucha del medio y a la sublime tarea de Ariel Quiroga.
Así, en menos de 15 minutos Alumni generó tres opciones nítidas, dos en tiro libre (en la primera José Figueroa se pasó de largo tras un rebote y en la segunda Víctor Rena cabeceó al lado del palo) y otra en contragolpe, cuando Alexander Lucero envió el centro para que su compañero de ataque la empujara, aunque supuestamente con la mano, según avisó el asistente.
Un contragolpe de Walter Estrada que terminó con Hugo Yoca cruzando y desviando el tiro; un disparo de Lucero que atrapó Del Olmo y un tiro de Juan Aimar que se estrelló en el palo siguieron marcando el pulso del partido, que se basaba en la supremacía total en el juego y la poca fortuna del equipo dirigido por Mauricio Magistretti.
Racing apenas pudo reaccionar con dos jugadas aisladas, primero por pelotazo que dejó mano a mano a Luis Rivero y después por arrebato individual de Palmerola, aunque en ambos casos salvó el arquero Julio Chiarini.
Diferente fue la historia en el arco contrario, donde Del Olmo no era el responsable de lo que sucedía, sino más bien la propia impericia del equipo villamariense a la hora de convertir.
Rena, quien desde hace rato arrastra una pubalgia, hizo el esfuerzo y fue quien siempre estuvo más cerca de convertir, pero se repitió en esa falta de puntería que, en los delanteros como él, se pagan caro. De hecho, antes del cierre del primer tiempo, al capitán le taparon un tiro en el área chica y, posteriormente, su remate desde lejos pasó apenas cerca de un palo.
Después, para el complemento, Bonetto acomodó su desorbitado equipo, modificó el sistema de juego (del 3-4-1-2 al 4-4-2) y el trámite fue un poco más parejo. Además, Raúl Vangioni no ingresó para ser un número, sino para clausurar el sector izquierdo, oxigenando un poco la tarea de los hermanos Fernández, quienes tuvieron menos inconvenientes para marcar en zona.
Alumni, al mismo tiempo, perdió la intensidad en la presión y debió “trabajar” más el partido, aunque generó sus situaciones casi siempre buscando a Rena como el faro que ilumine los ataques. Y el delantero primero habilitó bien a Lucero -quien sacó un remate desviado por poco- y después no acertó dos veces, con un tiro alto y con otro tapado por Damián Fernández, justo cuando el partido se moría y la gente se ilusionaba con el triunfo.
En ese lapso, a Magistretti se le complicó la idea sobre el final porque debió cambiar obligadamente a Lucero (entró Basualdo), cuando en realidad pensaba poner a un defensor, rearmar el medio y dejar más suelto a Matías Fernández como enganche definido.
“¡Equipo chico!”, le gritaban los hinchas fortineros a Racing en el final del partido, por su actitud defensiva. Pero en realidad la visita le dio su espacio al local, sólo que para ganar, en el fútbol hay que embocarla. Y en Alumni lo saben.
El árbitro
Estela Mary Alvarez de Olivera no influyó en el resultado y llevó las riendas del partido, aunque por momentos abusó mal del “siga siga” y se guardó un par de tarjetas amarillas, una por cada lado en el primer tiempo. Se apoyó mucho en los asistentes, más que nada en las jugadas cerca de las áreas.
La figura
César Ariel Quiroga fue el motor de Alumni, como en muchos partidos, tanto para robar en el medio como para distribuir con criterio. Su prestancia sobresalió por encima de todos, aunque se destacó la actuación colectiva del local en el primer tiempo.
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