Seguramente no existe medida que pueda establecer la satisfacción que experimentaron los padres de Joaquín Chanquía Carrillo, al momento de verlo sentado solito, en una pequeña silla de plástico.
Marisa y Marcelo, no cabe duda, habrán disfrutado a pleno ese preciso instante en que la lucha y la esperanza tuvieron merecido premio.
El empuje en las colectas, la voluntad para llegar hasta la lejana China, los implantes de células madre y el regreso para seguir batallando contra la parálisis, imaginamos pasaron por las mentes de los que, por su pequeño, no se entregaron nunca.
Hoy “Joaco” se sienta solo y nuestro corazón, les juramos, se nos llena de alegría.
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