Luego de la victoria argentina ante la escuadra uruguaya en Mendoza, nos disponemos a cruzar la Cordillera para el último combate del año frente a la escuadra chilena.
Nuestra proeza comienza en la terminal mendocina, donde abordamos una combi no más grande que una mula. Sentados al lado del conductor nos sentimos como los guías del glorioso Ejército Sanmartiniano.
La primera batalla se nos presenta sorpresivamente en la aduana. Allí, a tres mil metros de altura, apunados y sin la preparación adecuada, debimos lidiar con un agente aduanero que no quería permitirle el ingreso al país trasandino a nuestro fotógrafo, ya que según el, el documento de nuestro compañero no se encontraba en condiciones.
Revisé el DNI en cuestión y observé que no sólo no podía entrar a Chile, sino que me sorprendió que con ese documento lo dejen entrar a su barrio.
El resto de los pasajeros que viajaban con nosotros nos miraban primero con cierta solidaridad, pero con el correr de los minutos sus miradas fueron cambiando a las de preocupación. Cuando se dieron cuenta de que estábamos atrasando el viaje, sus miradas fueron de un visceral odio, como un perro mira a un gato.
Por suerte, antes de que se armara una sublevación de la tropa, el agente aduanero permitió, ante nuestros ruegos de rodillas y con lágrimas en los ojos, que nuestro compañero pudiera ingresar al vecino país.
Nuestro viaje duró unas siete horas, nos enteramos después que San Martín hacía el mismo recorrido en 4 horas y 20 minutos.
Instalamos nuestro campamento en Santiago y comenzamos la tarea de aclimatarnos a la ciudad. Lo mas difícil es acostumbrarse a la moneda chilena, es como vivir en la época de Alfonsín, todo cuesta 5.000, 10.000, 50.000, sus billetes son de diferentes tamaños y colores por lo que adoptamos el método “Chuchana”: un achul, un verde, etcétera.
El sector que elegimos para nuestro campamento no nos permite realizar demasiada inteligencia, ya que de noche queda totalmente vacío de gente y, por estar muy cerca de La Moneda, sólo se lo puede ver al presidente Piñeira caminando por las peatonales con un megáfono repitiendo: “Nada es gratis en este mundo, alguien tiene que pagarlo”.
Hoy llega el resto de nuestro ejército, trataremos de llevarle al comandante Sabella la información que hemos podido recabar en estos días, también intentaremos infiltrarnos entre las tropas enemigas para conseguir sus planes para el martes. Según se comenta por aquí, el general Borghi habría dispuesto que a Messi lo marquen dos líneas de cuatro carabineros.
Desde Chile, informó el cabo Daniel Sánchez Sánchez