En esta entrega no me refiero a un disco en particular ni a la cantidad de placas que vendió. En esta oportunidad, se trata de reflejar la personalidad musical y artística de una reconocida figura del folk que, de algún modo, se ha mantenido desde siempre algo alejada de la mecánica mediática de los medios de comunicación. Se trata de Joan Báez (nacida en 1941, poseedora de una voz potente, aproximada a la de una soprano), conocida como “la reina del folk”, procedente de Staten Island, Nueva York.
Hija de madre escocesa y de padre mexicano se dio a conocer en los tradicionales festivales de Newport. Durante los primeros años de su carrera en la industria de la música, sus primeros álbumes figuraban simultáneamente en las listas de ventas, mientras su figura merecía los honores de portada de la revista Time.
Amiga íntima de Bob Dylan, introdujo a su compañero de escena en los grandes circuitos y festivales de esa corriente musical. Su admiración por el mítico compositor no disminuiría con el tiempo, por el contrario, crecía con el paso de los años. Báez participó de la gira que su socio musical tituló “Rolling thunder revue” y participó de la película “Renaldo y Clara”, una producción cinematográfica producto de ese tour.
Activista por la paz, sus presentaciones y discos fueron en aumento en tal sentido, a punto tal que fue la creadora del Instituto para el estudio de la no violencia. También ha participado en campañas a favor del cese de la guerra en Vietnam y posteriormente en Camboya, así como en festivales benéficos organizados por Unesco.
Su dilatada e irregular discografía abarca desde tradicionales baladas europeas hasta composiciones de su propia autoría. Uno de sus álbumes, titulado Anyday now, está íntegramente dedicado a difundir canciones de su entrañable acompañante en la vida artística, Bob Dylan.
El legado del long play
En 1959 la RIAA (la Asociación de la industria discográfica de los EEUU), informaba de una cifra total de venta de discos, por poco más de 600 millones de dólares en todo el mundo. En 1969 las ventas se vieron sensiblemente incrementadas arrojando una venta total por 1600 millones de la misma moneda. El nuevo formato LP posibilitó a los músicos del estilo pop una nueva plataforma, y amplió de este modo sus alternativas para crear nuevas oportunidades. Hubo grandes trabajos, los hubo tambien mediocres, tambien fracasos, pero en definitiva todo contribuyó a una fascinante experiencia cultural que ha permanecido con el paso de los años. Las cifras de ventas de la época indican que durante la década del ‘60, las expectativas musicales del público se satisfacían holgadamente y de manera regular. Y un dato curioso que refleja algo más que las frías estadísticas, muchos discos de los ‘60 y de los ‘70 se siguen comprando en la actualidad, y en muchos casos, por aficionados que no habían nacido aún, cuando la industria editaba por primera vez los discos de pasta.
Atilio Ghezzi
Especial para EL DIARIO