“La crisis internacional, con origen en Estados Unidos, ha puesto en jaque al sector agropecuario, los precios de las commodities han retrocedido ubicándose en valores más normales, sin embargo los costos se han mantenido, esta situación hace que se vea comprometida la rentabilidad del sector”, manifestó el licenciado en Economía, David Mir.
A través de una producción que reproducimos a continuación el especialista se explayó sobre la temática.
“Frente al contexto antes destacado hay dos posibles desarrollos: podría esperarse que haya una recuperación en los precios internacionales de los productos primarios, cosa que no parece vislumbrarse al menos en el corto plazo.
Durante los últimos años el valor de las commodities estuvo “inflado”, los granos fueron utilizados de forma especulativa como depósitos de valor, a su vez, dada la coyuntura mundial favorable por la que atravesaba el mundo, y la disponibilidad de liquidez y financiación, los países importadores de nuestros productos primarios acumularon volúmenes importantes, por lo que ahora, en medio de la crisis están haciendo uso de ese stock acopiado, caso contrario sería de esperar que esos países con notables déficit alimentarios estuvieran aprovechando la “oportunidad” y con los precios vigentes incrementar sus compras, ya que con los mismos recursos podrían estar adquiriendo el doble de productos.
La otra posibilidad es que se dé un reacomodamiento de precios relativos, es decir, que los costos de producción, entre ellos el de los insumos acompañe a la caída del valor del grano, lo cual, en cierta forma y retraso es lo que comienza a observarse.
El mundo demanda alimentos, proteína animal, nuestro país tiene todas las condiciones para producirlos, sin embargo, no lo estamos haciendo de acuerdo a nuestras posibilidades, para ello es necesario modificar la estructura productiva, generar cadenas de valor, industrializar las producción primaria en la región, completar localmente el ciclo productivo, desde la producción de granos, elaboración de alimentos balanceados, producción de carnes, faena, y comercialización de la misma.
Más allá de las políticas de los distintos niveles de gobiernos hacia el sector, el productor agropecuario debe tomar protagonismo, y no sólo esperar que mejoren los precios, que suba el tipo de cambio, que bajen las retenciones, son los propios productores, con el asesoramiento que sea necesario, quienes agrupados deben buscar e implementar alternativas.
Argentina exporta alrededor de 27 mil millones de dólares en commodities y manufactura de origen agropecuario. Si se le agrega valor a los 100 millones de toneladas de granos se puede exportar más del doble de ese valor en cinco años, sin aumentar significativamente la superficie sembrada, generando de esta forma las riqueza en el lugar de origen de la producción, generando empleo, y mejorando la equidad distributiva. “En la cadena de los agro alimentos, en situaciones más o menos normales, de cada 100 dólares que se generan, 30 van al productor, 35 al industrializador, y 35 el comercializador”, dijo el ingeniero Mario Bragachini del INTA Manfredi.
El productor agropecuario es el último eslabón de la cadena, y dada la lógica del mercado en el que participa, no posee individualmente poder de negociación. Es necesario tomar conciencia que “La unión hace la fuerza” y crear grupos asociativos de productores bajo la denominación que sea (sociedad anónima, cooperativa, unión transitoria), con esto no se está diciendo que cada productor pierda su independencia y autonomía, sino que se gane poder frente a las grandes corporaciones que son las que se quedan con la porción más grande de la torta, a las que les conviene que los productores estén dispersos, desorganizados, ya que si los productores negocian conjuntamente tienen más poder.
De esta forma se pueden reducir costos, ya que en un mercado como el agropecuario, en el que los precios vienen dados, la única forma de reducir costos, lo que implica mayor rentabilidad, es aumentando la escala de producción, es decir, produciendo más. Esto puede lograrse si los productores cooperan, ya que la escala de producción del grupo es superior a la individual, así los insumos pueden comprarse en conjunto, consiguiendo mejores precios, (no es lo mismo comprar 10 bidones de glifosato que comprar 100), se reducen costos de intermediación en la comercialización (teniendo mayor volumen es posible negociar las condiciones de comercialización, y las comisiones cobradas por los intermediarios), y se puede avanzar en el agregado de valor a la producción, a fin de tener una mayor participación en el total de ingresos generados en la cadena agro alimentaria, entre otros beneficios de la asociación.
La asociación es todo un desafío para el sector, ya que requiere modificar ciertas pautas y valores, romper con esquemas individualistas y tomar conciencia de que el productor se encuentra cada vez más lejos en la cadena productiva, si no asume esta situación terminara siendo absorbido por las grandes corporaciones, pooles de siembra, y productores de mayor tamaño”.
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