Es­cri­be: Juan Manuel Gorno (en­via­do es­pe­cial) 

 

Tras una semana convulsionada y un debate interno por la continuidad del cuerpo técnico, Alumni volvió a remarcar anoche que, de visitante, es un equipo a respetar.

Como las hormigas que saben trabajar fuera de casa para volver con el premio a casa, el equipo Fortinero consiguió algo de un reducto complicado, en Santiago del Estero, empató 1-1 con Central Córdoba y, lo más rescatable, jugó mejor que en otras oportunidades, como para reivindicarse de la palidez expuesta el pasado domingo, en Plaza Ocampo. Entonces, a pesar que la continuidad de Vázquez seguirá bajo evaluación en las próximas horas, lo importante fue que hubo una reacción, una pizca de orgullo herido que se demostró en cancha, con mayor vocación ofensiva, sacrificio y dosis de buen juego que otorgan una luz de esperanza.

En líneas generales, fue un buen partido del equipo villamariense, más que nada por la jerarquía del rival, que buscaba ganar para quedar segundo en la tabla.

Más allá del susto que pegó a los 2 minutos de juego, cuando Ramón Moreno apareció por sorpresa, recibió de Barreto y provocó una buena respuesta del arquero Emir Basabe, Central Córdoba quiso proponer un juego abierto y Alumni trató de controlarlo, aún sin dominar bien la pelota en la mitad de la cancha.

Los desbordes de Víctor Beraldi y Pablo Saucedo desde el sector izquierdo, eran lo mejor del local de frente a la marca de Joaquín Lencinas, quien por momentos se vio complicado para cortar en esa zona.

De todas maneras, una vez que selló los avances rivales, el equipo villamariense buscó salir con criterio y rapidez en algunas réplicas y estuvo cerca de abrir el marcador en dos oportunidades muy nítidas: a los 19’, Juan Aimar recibió de López y, desde la puerta del área, eludió a un defensor y sacó un tiro que salió apenas desviado. Y a los 30’, el propio López, mano a mano con el arquero, captó una muy buena cesión de Ariel Mascambroni y le pegó con deficiencia ante la salida de José Luis Alcaín.

Esas dos situaciones, dentro de un partido parejo, revitalizaron al conjunto de José Manuel Vázquez, sobre todo porque de ahí en más (y sobre todo luego de un parate que hizo el árbitro para que los protagonistas se hidraten), jugó mejor que el local y soltó con inteligencia a sus hombres por afuera para merodear el área rival.

Un buen trabajo del debutante Esteban Canelo para proyectarse cuando vio espacios fue propicio para que se mostrara también Juan Aimar por el medio y se soltara Mariano Aldecoa por derecha. Entonces Alumni comenzó a generar algo mejor, trató la pelota con respeto (desdoblándose con una gran tarea de Mascambroni y Altuna) y fue al ataque con variantes en su juego, algo que le faltó el pasado domingo, en Plaza Ocampo.

La mejor versión de esa mejoría se vio sobre el final de la etapa, cuando el visitante lo tuvo a maltraer al equipo santiagueño, bordeando el área con mucha gente y, si no se puso arriba en el marcador antes del entretiempo, fue porque el árbitro no le cobró penal a Mariano Aldecoa cuando fue derribado en el área luego de una gambeta corta.

Preocupado por esa imagen que dejó su equipo en el complemento, el entrenador del “Ferroviario”, Salvador Ragusa, mandó a la cancha al habilidoso Marcos Navarro por el irresoluto Moreno, pero Alumni salió más decidido, tuvo recuperación de pelota en el mediocampo y jugó a la pelota como nunca, triangulando y gestando espacios en ataque. Encima, encontró un gol rápido, a los 4’ y con gran acción colectiva: Aimar la robó en el medio y encabezó el ataque, Aldecoa recibió por el medio, los delanteros se llevaron marcas y el pase vino para David Altuna, quien llegó por la izquierda y, en el área, resolvió con un tiro de emboquillada por encima de Alcaín. 

El golazo, muy festejado por Alumni, causó estupor en los hinchas santiagueños, que exigieron a su equipo con cánticos y éste atacó como pudo, aunque sea a los ponchazos y tomando riesgos. 

Lo importante para el local es que, en el primer avance claro, tuvo la chance de marcar y no la desaprovechó: a los 13’, tras una chilena frustrada de Barreto, el volante Víctor Beraldi tomó la pelota afuera del área y la embocó con tiro violento para celebrarlo con un bailecito y contagiar al pueblo ferroviario.

Así, el partido tomó mayor color y entusiasmó tanto a Central Córdoba que, de ahí en más, pasó a tomar las riendas del encuentro con un par de situaciones inquietantes, una de las cuales (cabezazo de César Albornoz tras tiro libre) fue desviada milagrosamente por Basabe, con un manotazo espectacular.

A todo esto, por el desgaste que provocaba el partido y la necesidad de agregarle recuperación en el medio, Vázquez debió sacar a dos volantes ofensivos (Aldecoa y Aimar) que habían aportado buen juego hasta el momento. 

Central Córdoba, bajo la luz encendida de Beraldi y la presencia intimidante de Barreto, quiso apretar sobre el final del partido y Alumni se quedó para salir de contragolpe, aunque sabiendo que con el correr de los minutos, el empate no era un mal resultado. 

 

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