Todo lo que tiene que ver con la aplicación de los agroquímicos y las claves para las buenas prácticas fueron los ejes de la capacitación llevada adelante por Luis Carrancio (especialista del INTA Oliveros - Santa Fe). El encuentro fue organizado y realizado en la empresa Héctor A. Bertone el pasado jueves.
“La capacitación fue por invitación y motivación de los técnicos para empezar a ver algunas cuestiones en detalles de los agroquímicos, de las buenas prácticas, de aquello que haría más compatible el uso de agroquímicos con la población y la vida urbana. Hay mucha preocupación de parte de los técnicos por este conflicto que se ha desatado hace algunos años" y manifiestan incertidumbre por saber "de qué forma poder utilizar algo que es necesario para el sistema productivo, pero que al mismo tiempo es tóxico porque todos los agroquímicos lo son. Entonces, el ingeniero agrónomo se encuentra con la necesidad de utilizar un insumo, que a su vez requiere de un uso sumamente minucioso y responsable, porque es peligroso y tóxico”, explicó Carrancio.
Entre los temas tratados se destacaron: las mermas de las derivas (dispersión del producto fuera del campo aplicado), la elección de los productos más correctos, algunas prácticas ligadas a disminuir el tema de las aplicaciones circunscribiéndola a situaciones indispensables, entre otras cuestiones.
Sojización
En tanto, el proceso de agriculturalización y sobre todo sojización que vivió la Argentina desde hace varios años fue llevado a la conversación por el experto del INTA Oliveros. “Todos vemos y sabemos que la soja es el cultivo que prevalece como monocultivo, lo cual produjo algunos problemas, como es el uso de agroquímicos y el uso de glifosato como el herbicida más efectivo para el control de malezas, que por haber sido usado mal ha provocado problemas de resistencia. Es decir, si yo aplico siempre el mismo sistema de control, estoy haciendo una selección a favor de lo que lo resiste. Esa advertencia la hizo la comunidad científica hace muchísimos años, era lógico que iba a pasar y pasó, porque responde a una práctica poco diversificada y a una poca rotación de productos. Por otro lado, trajo beneficios como son los aumentos de rendimientos y el desmalezamiento de los lotes”, precisó.
“Toda la cadena del agroquímico debe estar concientizada”
“No solamente el ingeniero tiene que estar concientizando de esto, sino que es una cadena de gente. El ingeniero está cumpliendo un rol importantísimo, pero después está el productor y el aplicador. Uno puede hacer una receta considerando lo que hay que tener en cuenta y después ejecutar al pie de la letra o no, por lo tanto esa conciencia tiene que estar en toda la cadena del agroquímico, como también en el vecino, que tiene que conocer lo que está pasando en los lotes cerca suyo para saber si preocuparse o no. Para eso hace falta capacitación, concientización, hace falta que las instituciones públicas (sea el INTA, las universidades, las municipalidades, el Gobierno provincial y nacional) dedique recursos a la capacitación y a la concientización de toda la cadena. También, se deben instruir los periodistas, que son aquellos que son formadores de opinión, para dar justo en el blanco y no a lo mejor dirigir las discusiones a temas que son marginales y que no hacen al meollo de la cuestión”, argumentó el especialista de la Estación experimental.
Con el énfasis puesto en cambiar algunas costumbres y en las buenas prácticas, para Carrancio es una cuestión fundamental crear espacios de consenso y no opiniones enfrentadas que son muy comunes de observar en distintos lugares. En relación a la importancia de las acciones locales, sostuvo que “hay un montón de municipios y ordenanzas que han prohibido aplicar alrededor de los pueblos; hay otras que no han prohibido pero verifican que la aplicación se haga correctamente y con determinados productos y no con todos. A mí me preguntan si es necesario y si hay que hacer un cinturón alrededor de las poblaciones y cuánto debe medir para que no se aplique nada. Lo que contesto es que el solo hecho de no aplicar nada alrededor del pueblo no es garantía para los riesgos de la deriva, porque hay verificada deriva a 10 ó 12 kilómetros. Es decir, que si uno quiere hacer un cinturón que lo proteja totalmente tiene que dejar de aplicar, si yo hago las cosas bien es la esencia de la solución y separarlo es una cuestión formal y de consenso”.
Continuando con la idea de “creación de espacios de consenso a nivel local”, destacó que es importante que el ingeniero agrónomo y el ambientalista participen en la creación de las ordenanzas, porque así se puede ver el problema de forma más global y totalizadora. “Que se hagan normativas para que al vecino no le llegue el producto y que a su vez le asegure al productor continuar realizando su actividad”, sentenció.
“Hay productos que deberían sacarse del mercado”
Carrancio aseguró que hay productos que se deberían sacar del mercado, porque son muy tóxicos y no se necesitan. “La cuestión es empezar por eso, que a lo mejor tiene que ver con un uso cultural o por costumbre; de este modo vamos obligando a hacer buenas prácticas alrededor de todos los pueblos. Además, en todas las comunas tiene que haber un veedor para que se hagan las cosas bien”, agregó.
Por último, sobre la Ley provincial de Agroquímicos, el especialista del INTA aclaró: “No la conozco en detalles, sé que tiene restricciones importantes al uso y al sistema de aplicación. Tiene muchas cosas interesantes y habría que revisar alguna otra; es perfectible y hay una cuestión legal en general de todas las provincias (y a nivel de municipios) que debe reajustarse. Es importante lo que haga la provincia, pero también los municipios, porque hay normas muy locales y de prácticas muy específicas”.