Las más de 30 entidades sociales que durante este año lucharon por la verdad y la justicia aprobaron en su reunión del lunes último el siguiente documento, elaborado por una de ellas, la Asamblea Permanente. Razones para leer de manera pausada la Declaración Universal y para seguir luchando en unidad por el cumplimiento de sus artículos La lectura y la reflexión que proponemos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos procura convencernos de que estos derechos son el sustento de la dignidad humana y que toda persona debe gozar de ellos, los debe tener reconocidos y garantizados sin ningún tipo de discriminación social, racial, económica, jurídica, política e ideológica. Es que son universales, naturales, inalienables, inviolables, obligatorios, indivisibles. Cuántas veces habremos escuchado y leído, y cuántas nos habremos preguntado, ¿para qué su lectura, su análisis, si siempre quedan en el plano teórico? Sin embargo, debemos admitir que se ha avanzado, no en la medida de lo que se aspira y lo que se necesita, pero hemos avanzado como una utopía permanente, que siempre está un paso más adelante, como marcándonos el camino a seguir. Por una cuestión histórica, que a veces está más allá de la determinación de los hombres, los argentinos celebramos de manera conjunta los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y los 25 años de democracia. Pero estamos en la tarea de reconstruir esa democracia, sus instituciones devastadas hace más de 30 años por el poder militar y por gobiernos democráticos que no tuvieron la capacidad de revertir la política de destrucción del aparato productivo, el colectivo social y la identidad nacional. Y la tarea es grande, si se toma en cuenta que hablamos de un Estado que puso como eje de las relaciones humanas al "mercado" y que se globalizó, permitiendo que lo privado se apropiara de la esfera pública, que prevaleciera lo individual frente a los intereses generales de la sociedad. Estamos entonces frente a la necesidad de profundizar el sistema democrático; en esa misión se justifican las acciones que llevamos adelante, que se sustentan y se sostienen en normas que le confieren los fundamentos jurídicos, para establecer como eje prioritario los derechos humanos. Esas normas son la Constitución Nacional, las constituciones provinciales, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto de San José de Costa Rica y todos los acuerdos logrados y reconocidos por los estados integrantes de la Comunidad Internacional. La historia del hombre y de las sociedades es la lucha por la vigencia de los derechos humanos. La mayor garantía del respeto, es el carácter de inmutabilidad del Derecho Natural: hoy ya se reconoce no sólo el derecho a la libertad, sino el derecho a la vida, al trabajo y a la educación. Lo importante es encontrar el equilibrio, de modo tal que la mujer y el hombre tengan en la sociedad el sostén necesario para lograr la plenitud de sus derechos. El Estado en todas sus manifestaciones, en sus distintos niveles, debe ser la garantía plena de la vigencia de los derechos humanos. Hay que desterrar la vieja idea de que el hombre es para el Estado; por el contrario, el Estado es para el hombre, es decir, el Estado es tan sólo un instrumento al servicio del hombre, de todos los hombres. En los viejos libros de Educación Cívica se nos ha enseñado que democracia expresa: demos, pueblo; y kratos, autoridad. La soberanía en manos del pueblo, que significa respeto a la dignidad, a la libertad y a los derechos de todos y cada uno de los ciudadanos. Nos preocupa cómo se ejerce el poder conferido que se expresa en el ejercicio de la autoridad, porque en la realidad se produce una confrontación que dificulta las relaciones humanas y la solución a los conflictos. Los movimientos sociales son los que pretenden recuperar el poder para el pueblo, sustento de la democracia; porque tanto uno como el otro están irremediablemente vinculados entre sí, uno no puede existir sin el otro. La democracia debe ser el instrumento por donde se institucionalizan los conflictos sociales, porque sin ella estos conflictos no podrán encontrar una vía razonable para la solución. Es en este punto de inflexión, entre lo que se delega y lo que no, surge el auténtico reclamo de una democracia representativa y social. Esta posición de reclamar un mayor protagonismo de la sociedad en la cosa pública no es una actitud delirante, no es una posición subversiva, porque tiene un fundamento primario que condiciona incluso a la norma fundamental, que es lo ético, que implica el reconocimiento al principio de inviolabilidad de la persona y de sus derechos. Es el momento de preguntarnos con cuánta responsabilidad se cumple y cumplimos con las obligaciones; con cuánta responsabilidad se sirve y nos servimos de aquellos que han depositado la confianza en nosotros para configurar una sociedad pluralista, que admita el disenso como práctica democrática. El gran desafío de nuestro tiempo es el de poder establecer el diálogo en el disenso, entendido como el punto de partida para construir juntos los espacios de consenso y las nuevas alternativas democráticas. Lo decimos con el aval que significa un fructífero año de construcción conjunta, al que aportamos desde cada una de nuestras más de treinta entidades. Es propio de este momento pensar en las cosas simples, cotidianas, para resolver los problemas de la gente, para construir una sociedad madura y responsable. Nosotros venimos de recorrer las calles y cada uno de los pasillos del poder, en busca de respuestas para las familias de Mariela Bessonart, de Alejandro Roganti, de cada uno de los 25 ciudadanos que fueron víctimas fatales de la violencia y de los ciudadanos víctimas de abusos policiales. Hicimos lo que estaba a nuestro alcance: marchas, radios abiertas, exposición fotográfica, la Fogata de San Juan, charlas en los colegios, reuniones con funcionarios, recolección de firmas, pegatina de carteles, peña solidaria... Si somos capaces de obrar de esta forma, unidos, en las pequeñas cosas, seguramente estaremos capacitados para abordar los graves problemas nacionales, aportando todo aquello que sirva para la paz y no para el provecho personal o grupal. Es interesante recordar lo que decía ese gran maestro de la paz, Mahatma Gandhi: "La no violencia y la verdad están tan entrelazadas que resulta imposible desanudarlas y separarlas. Son como las caras de una moneda. ¿Cómo se puede determinar el anverso o el reverso? Sin embargo, sabemos que la no violencia y la verdad son el fin". Nadie puede abstraerse de la defensa y de la vigencia de los derechos; es el gran desafío que tenemos, al que invitamos se sumen todas las corrientes políticas y sociales. Tenemos que animarnos a encontrarnos, para realizar las grandes transformaciones. Es una posibilidad histórica de atrevernos a pensar juntos, amalgamando las estrategias que nos permitan avanzar en la construcción de una democracia representativa y social, comprometida con las demandas de la sociedad, para que gocemos todos de una ciudadanía plena, con cultura, salud, trabajo, vivienda y seguridad sin abuso policial. Y para que no haya más crímenes impunes, para que no suframos más desapariciones, para que conozcamos a los autores intelectuales de los atentados. Para que la democracia sea representativa, social y con mayor justicia para todos los ciudadanos. Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, ATE, SEP, CTA, APOPS, AEDGI, Cruz Roja Argentina Filial Villa María, Partido Nuevo, ARI, Militancia Peronista, Cooperativa Comunicar, Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba, ATILRA, Frente Cívico y Social, Corriente Clasista y Combativa, Círculo Sindical de la Prensa, Una de Cal, Barrios de Pie, UCR, CGT, Delegados del SUOEM, Verdad Real y Justicia para Todos, Jubilados de Luz y Fuerza, Centro de Jubilados "José Luis Suppo", Libres del Sur, Movimiento Vecinalista Independiente y Libre (MOVIL), Poetas Villamarienses, Verdad y Justicia Línea Fundadora, Profesores del INESCER, Alumnos INESCER, Eco Sitio, Proyecto Sur, Polo Social de Villa Nueva, Voluntarios sin Fronteras...
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