El concejal del Partido Villamariense, Darío Capitani, salió ayer a cuestionar nuevamente al presidente del Concejo Deliberante, José Escamilla, en el marco de una controversia suscitada la semana pasada tanto por la adquisición de un sistema de sonido como por un cuadro de la pintora Nélida Ayassa.
Tras el pronunciamiento del bloque del oficialismo en la edición de ayer, Capitani emitió un comunicado en el que resaltó que Escamilla “olvida nuevamente contestar lo más importante: si preguntó a alguien, si consultó a sus pares, si tuvo asesoramiento técnico, ya que a todas luces resulta un despropósito haber gastado más de setenta mil pesos en un sistema de sonido de características absolutamente desproporcionadas en relación al uso que en la práctica se le va a dar”.
“Nadie cuestionaría matar mosquitos con un insecticida en aerosol, pero consideramos necesario advertir al señor Escamilla que no estamos dispuesto a consentir que los elimine a cañonazos, sobre todo porque la pólvora que gasta innecesariamente la paga el vecino”, sostuvo el edil costista.
Capitani declaró que lo que se cuestiona tanto sobre la compra de la pintura como la del sistema de sonido “no es la legalidad del acto, pues parece cumplir todas las formalidades administrativas, sino la legitimidad y el sentido de oportunidad del gasto, en momentos que nuestro intendente está pidiendo prestamos a la banca privada para realizar obra pública esencial”.
El legislador se quejó al asegurar que no cuestionó la calidad de la obra ni los méritos de la artista Ayassa, sino “en relación al sentido de oportunidad de tamaño gasto, para una obra que si bien ‘va a engrosar el patrimonio de la comunidad’, en sentido artístico propiamente dicho, su compra que es a todas luces arbitraria, va a contramano de uno de los principios rectores para todo funcionario en el ejercicio de la función pública: ‘Administrar los recursos del Estado como si estuviera administrando su propio dinero’”.
“La respuesta del oficialismo, como siempre, tiende a desvirtuar la verdadera razón del cuidado de los dineros públicos, porque nadie discute la valoración de la artista local ni la pintura en particular, pues lo que se pretende es saber cuál es el criterio utilizado para adquirir la obra citada con fondos públicos. En el minimundo de Escamilla, matar mosquitos con un insecticida en aerosol no es normal, sino que se debe eliminar a cañonazos, sobre todo porque la pólvora que gasta innecesariamente la paga el vecino”, disparó Capitani, quien concluyó: “La cultura no se mide con un cuadro de óleo en el despacho de Escamilla”.