Un camionero fue condenado ayer a seis meses de prisión efectiva, tras ser declarado culpable de un singular ardid defraudatorio que damnificó a un vecino de la ciudad de Oliva, aunque pudo recuperar la libertad porque llevaba en la cárcel 20 días más que la pena impuesta.
Julio César Alderete (56) reconoció haber urdido una maniobra delictiva para estafar al vendedor de un automóvil particular, a quien le envió un correo electrónico apócrifo con el que simuló una comunicación oficial del Banco de la Nación Argentina, a través de la cual se notificaba un depósito que jamás se realizó.
El hecho ocurrió en 2010, cuando un hombre de apellido Lástrico puso en venta su Volkswagen Bora en la suma de 50 mil pesos y fue contactado telefónicamente por Alderete, quien se mostró interesado en adquirirlo.
Poco después ambos se encontraron en una estación de servicio de Oliva y convinieron la operación de compra-venta, para lo cual el embaucador le pidió a su víctima el número de su cuenta bancaria para efectivizar el pago.
La maniobra
Un par de días más tarde lo llamó diciéndole que ya había depositado el dinero y que, por esa razón, quería que le entregara el vehículo. Asimismo, le refirió que necesitaba su correo electrónico para que el banco le avisara ni bien se acreditara el depósito.
Casi de inmediato, Lástrico recibió un mail con logotipo y membrete oficial del Banco Nación, mediante el cual le informaban que habían sido depositados 50 mil pesos en su caja de ahorro, que se trataba de una información confidencial y que el dinero estaría disponible en 48 horas, entre otros detalles.
Como todo parecía estar en regla, Lástrico le entregó el Bora al comprador y la operación se cerró sin inconvenientes.
En rigor de verdad, la cuenta de correo no pertenecía a la entidad crediticia, sino que había sido fraguada por Alderete para llevar a cabo la estafa. Claro que el vecino olivense se dio cuenta de la maniobra un par de días más tarde, cuando fue al banco y se encontró con que no había depósito alguno en su caja de ahorro.
Denuncia penal
Sin pérdida de tiempo, Lástrico formuló una denuncia penal en la Fiscalía de aquella ciudad, donde se iniciaron las investigaciones correspondientes, que incluyeron un exhorto al Registro Nacional de la Propiedad Automotor para que se bloqueara el título del rodado.
Cuando Alderete quiso inscribir el Bora a su nombre en un registro de la capital provincial, donde está domiciliado, se encontró con el impedimento legal, por lo que advirtió que su accionar delictivo había sido detectado.
Previendo una segura detención, el estafador se puso nuevamente en contacto telefónico con Lástrico y le dijo que le iba a devolver el auto, pero que no hiciera la denuncia para evitar ser detenido. Sin saberlo, la investigación judicial ya estaba en marcha.
Poco después el abogado de Alderete, Eduardo Asarián, se comunicó con el vecino olivense para decirle que su cliente tenía “miedo de quedar preso” y que sería él quien le llevaría el coche.
Fue así que el letrado condujo el Bora hasta la Fiscalía de Instrucción de Oliva, que a su vez se lo restituyó a su legítimo propietario. Curiosamente, el coche llegó en mejores condiciones de las que había sido llevado, ya que tenía cuatro cubiertas nuevas.
Alderete, quien registra varios antecedentes por delitos contra la propiedad (la última vez fue condenado en Córdoba a cuatro años de prisión por un robo), permaneció prófugo de la Justicia varios meses, hasta que fue detenido en Villa María a comienzos de abril del corriente año.
Durante todo el tiempo que estuvo fugitivo, el estafador se radicó en diferentes lugares del país, incluso en el sur, por lo que la Policía tuvo que realizar una intensa búsqueda que incluyó escuchas telefónicas y otras medidas procesales complementarias, a tal punto que el expediente llegó a tener tres cuerpos con más de 550 fojas.
Juez y partes
El juicio fue presidido por el camarista René Gandarillas y contó con la participación del fiscal Francisco Márquez y del secretario Roberto Jue, además del abogado Asarián.
A poco de iniciada la audiencia de debate, Alderete reconoció la autoría de los hechos, lo que posibilitó que el juicio fuera de trámite abreviado, es decir omitiéndose la recepción de pruebas testimoniales en la sala que la Cámara del Crimen posee en el quinto piso de los Tribunales locales.
Tras la confesión del imputado, el acusador público formuló su alegato y terminó pidiendo la pena finalmente impuesta, previo acuerdo de la Defensa.
Al momento de dictar sentencia, el juez Gandarillas condenó a Alderete a seis meses de prisión de cumplimiento efectivo, con declaración de reincidencia por los antecedentes penales que registraba.
Como el convicto llevaba seis meses y 20 días entre rejas, se le dio por compurgada la pena y se ordenó su inmediata libertad.
Qué dice la ley
Cabe señalar que el delito de “estafa” es legislado por el artículo 172 del Código Penal de la Nación y establece que “será reprimido con prisión de un mes a seis años el que defraudare a otro con nombre supuesto, calidad simulada, falsos títulos, influencia mentida, abuso de confianza o aparentando bienes, crédito, comisión, empresa o negociación o valiéndose de cualquier otro ardid o engaño”.