Casi como un signo de resignación o de aceptación a la mediocridad masticada desde hace un tiempo, la gente se retiró anoche de Plaza Ocampo con muy poco en las retinas.
El 0 a 0 entre Alumni y Racing fue como un espejo de lo que pueden mostrar el penúltimo y el último de la Zona Norte del Argentino A. Un empate entre un equipo que no sabe ganar de local y otro que por ahora se dedica a batallar para salir del pozo.
Aquel Alumni que jugó bien en Santiago del Estero no fue el mismo de anoche, tal como le pasa en otros partidos que afronta en Plaza Ocampo. Intentó jugar por abajo, pero no pasó con tranquilidad en la mitad de la cancha y debió trabar más que pensar. Le faltó parar la pelota para no entrar en el ritmo del rival y entonces lo mejor que hizo fue un par de cambios de frente para la aparición por sorpresa de Mariano Aldecoa o Esteban Canelo, en las proyecciones por los costados.
Claro que por la forma que los dos equipos afrontaron el primer tiempo, el empate en cero fue por decantación y no se modificó en el complemento.
Racing se preocupó primero por su defensa, aspecto que Juan Manuel Ramos diagramó de acuerdo a sus conocimientos de los atacantes rivales, a quienes intentó neutralizar con marca personal (de Gastón Molina sobre Víctor Rena) o zonal (a Carlos Herrera). Entonces mantuvo el peligro lejos del arco de Gerardo Godoy.
Antes de los diez minutos, lo de la “Academia” ya se tornaba repetitivo, aunque por entonces se aproximó un par de veces, primero con un remate de Eugenio Saavedra, desde el borde del área, y luego con un tiro violento y alejado de Diego Bonaldi. En ambos casos con la pelota desviada.
De ahí en adelante, nunca más pudo inquietar a la defensa fortinera. El partido se discutió mucho en la zona central y Alumni, a duras penas, gestó un par de situaciones con desbordes de “Falucho” Herrera y Canelo, pero primero la sacó sobre la línea Hernán Fernández y luego nadie entró para empujarla.
La búsqueda de Juan Aimar, algo intermitente, por momentos asomó como vital, pero el juego del diez fortinero se vio opacado en lo general por la marcación de Jorge Peirone y por el desdoblado trabajo de recuperación de los volantes visitantes.
Nada cambió en el segundo tiempo, aunque poco a poco Racing vio que la igualdad podía ser un negocio (no tan redondo) y se fue abroquelando en el fondo con el correr de los minutos, mientras Alumni atacaba más por presión de su gente que por juego asociado e inteligente. Entonces cayó en la telaraña que le tejió la “Academia” en la mitad de la cancha y el partido fue un cúmulo de nervios e imprecisiones horribles, de esas que lastiman los ojos del espectador.
Ramos pensó en liquidarlo de contragolpe y apeló al ingreso de Nicolás Bubas, aunque su equipo no supo utilizar todo el ancho de la cancha para atacar, chocó seguido con la última línea local y el centrodelantero verdugo de Talleres casi no tuvo participación.
Pudo ganarlo el equipo villamariense con dos jugadas puntuales: A los 10’, un pelotazo largo de Ignacio Amarilla, desde el fondo, encontró el pique en soledad de Mariano Aldecoa, cuyo disparo fuerte salió por encima del travesaño. Y sobre el final, a los 44’, la polémica: Rena aguantó, buscó el espacio y sacó el disparo, Godoy dio rebote y, en el posterior tiro de Torres, la pelota dio en la mano de Peirone. Los hinchas locales pidieron penal, pero el árbitro salteño, Federico Guaymas Tornero, dejó seguir. Así también dejó seguir la noche la gente que se llegó al estadio. La esperanza por encontrar una salida a la crisis de cada uno quedó para adelante.
Eso sí, Alumni sumó por primera vez en la “Placita”. Y Racing lo hizo por primera vez de visitante.
La figura
Dentro de un partido donde se priorizó la lucha más que el juego, se pudo rescatar la solvencia del villamariense Gastón Molina en la defensa de Racing. En Alumni, aunque con intermitencias, lo más interesante pasó por el trabajo de Mariano Aldecoa.
El árbitro
El salteño Federico Tornero Guaymas trató de llevar el partido rápidamente con las tarjetas. Sobre el final, consideró que la mano de Jorge Peirone dentro del área fue casual y quedó la polémica. No tuvo buena colaboración de sus asistentes.