La ciudad de Villa María se fue desarrollando a partir de la contraposición de dos sectores: por un lado, los propietarios de vastos terrenos destinados a la especulación que retrasaron la urbanización y, por el otro, los sectores que le impusieron un sello industrial generando, de manera geográficamente desordenada, actividades productivas de la más amplia gama.
Bernardino Calvo clasifica ese desarrollo industrial en diferentes etapas. La primera, donde se ve el impulso de fábricas de embutidos, barracas y fábricas de velas y jabones desarrolladas por el vecino Domingo Olivero desde comienzos de 1880.
Según publicó el periódico El Sol en 1884, Olivero y otro industrial de la ciudad, José Piattini, fueron distinguidos por la Sociedad Científica Europea con un Diploma de Honor y Medalla de Oro como premio merecido a sus industrias.
En los años 20 comienza la segunda etapa citada por Calvo, que da cuenta del desarrollo de las industrias vinculadas al sector agrícola.
“Un censo general de comercios e industrias en Villa María, realizado en el año 1935, revela la existencia de 128 establecimientos industriales, 61 empleados administrativos, 593 obreros industriales…”, indica Calvo.
Aquí aparecen industrias más grandes, como las de maquinaria agrícola.
El desarrollo de esas empresas motiva la declaración de “zona industrial” citada arriba, del barrio que hoy nos ocupa.
Fue el intendente Salomón Deiver quien, atendiendo “a los requerimientos formulados por las fuerzas representativas de la industria, el comercio y otras que integran la máxima representación realizadora y productiva de la ciudad”, firmó el decreto -coincidente con la ordenanza del 58- que declara “zona industrial” al sector comprendido por la ruta nacional 9, la prolongación del bulevar Alvear, pasando por el Matadero Modelo y la población de Las Playas. Nace así el barrio Industrial.
Una de las primeras industrias en instalarse en la zona “semidespoblada” fue la planta de Electro-Fundiciones del Centro Argentino SA, dedicada a la producción de aceros especiales.
“El auge industrialista que se produce en los alrededores de los años 60 no sólo modifica la tradicional estructura económica de la ciudad, sino que moviliza sus capitales y contribuye a la absorción de mano de obra”, indica Calvo.
Surgen allí establecimientos como Ema SAC (agromecánico) y Talamochita Saic (abrasivos), entre otras.
En 1966 se hace una nueva encuesta industrial. Allí surge que la mayoría de las firmas tenía una antigüedad no mayor a 10 años. Un dato relevante de ese año, que muestra del desarrollo industrial, da cuenta que la tasa de ocupación era superior a la de los departamentos Marcos Juárez, Capital y San Justo.
En estos años, al producto industrial de Villa María lo integraban alimentos y bebidas en un 68%, metalúrgica en un 23%, industrias químicas en un 5% y el 4% restante en piedras, vidrios cerámicos, papel e imprenta.
“Una nueva era se había iniciado -después de los 60- y éste era el perfil que la ciudad mostraba al ingresar por la ruta procedente de Rosario”, concluye Calvo en su libro sobre historia de la ciudad.