Un grupo de personas solidarias, la mayoría jóvenes, está realizando acciones de promoción humana en el gabín del ferrocarril, donde habitan alrededor de 50 personas, muchos de ellos niños y jóvenes.
Se trata del colectivo La Megafónica, “un proyecto colectivo y horizontal”, donde “peleamos todos y todas por igual, por la búsqueda de una realidad más justa, igualitaria, libre y humana”, indicaron sus integrantes.
Luis Alfredo Bearzotti, Valeria Cuenca y Fabián Bizzarri estuvieron en EL DIARIO contando detalles del proyecto.
Una de las acciones tiene que ver con el sentirse parte del lugar. Para ello blanquearon la pared del patio del viejo edificio de estilo inglés que fue utilizado como oficina del ferrocarril para empezar a darle color y creatividad con los chicos del lugar.
Además, trabajan en la copa de leche y en la huerta comunitaria que pretenden dar respuesta, mínimamente, a las necesidades alimentarias de las 11 familias del lugar.
Pero lo que caracteriza al grupo es el trabajo que viene realizando para instalar en la ciudad una radio comunitaria.
“Cuando llegamos al lugar nos planteamos si no era más importante pensar en las necesidades primarias antes que en la radio, pero ellos mismos nos dijeron que ni locos abandonáramos ni pospusiéramos el proyecto”, indicaron.
“Es una necesidad hacer ver cómo viven, darle oportunidad a los chicos para que vean otras cosas”, apuntó uno de los integrantes. “Y más que una necesidad, es un derecho. El derecho a expresarnos que tenemos todos”, agregó otro integrante del grupo.
La idea para cuando esté en marcha la Megafónica -que, adelantaron, será en cortísimo plazo- es ponerle voz a los reclamos de un sector silenciado.
“La falta de vivienda, de trabajo, no son patrimonio exclusivo de las familias del gabín. Es importante saber que es un problema compartido”, indicaron.
En ese punto, confían en que la radio servirá para propagar la voz de los que, hasta el momento, no la tuvieron.
Visitar el gabín es ver el esfuerzo del grupo, integrado mayoritariamente por jóvenes que no dudan en llevar, no sólo alegría, sino también trabajo.
Por ejemplo, están techando un viejo espacio que sufrió las consecuencias de un incendio para convertirlo en el salón de reuniones y de la copa de leche.
Trabajaron la tierra para la huerta y con sus manos -las de todos, junto a las de los habitantes del gabín- están levantando la radio, colocando panel por panel, construyendo las mesas para el transmisor y la consola, como así también el estudio.
“Nosotros no aspiramos a hacer una radio clásica, con profesionales del micrófono. Pensamos que si se escucha el paso del tren, está bueno que salga al aire, porque habla de donde estamos”, indicó.
Destacaron que llegaron con su proyecto al barrio Industrial porque fueron los propios vecinos los que les abrieron las puertas. Y ellos respondieron con el compromiso de construir juntos una vida digna.
Jóvenes excluidos
Una de las problemáticas que más sienten los chicos que viven en el lugar, según explicaron, es la exclusión de los jóvenes.
“Prácticamente, tienen vedada la posibilidad de ingresar al centro. Parece que hubiera un cerco que los aleja de los cuatro bulevares”, indicaron, aludiendo a la persecución policial que los detiene por artículos del cuestionado Código de Faltas.
“Si van a bailar, tienen que ir y venir en remise porque, si caminan, seguro terminan presos”, aseguraron.
“Eso los excluye de los ámbitos propios de los jóvenes y también de la escuela y del trabajo, porque se dificulta el acceso al no poder transitar libremente”, concluyeron.