Otra más en la lista negra
La noticia del diario decía que una joven, madre de dos niños, había desaparecido.
Se solicitaba la colaboración de la sociedad y se daban dos teléfonos para hacer saber algún dato que ayudara a encontrarla.
Desgraciadamente toda acción llegó demasiado tarde. Soledad Andrea Salguero ya había sido asesinada y la violencia de género se había cobrado una nueva víctima.
Víctima de alguien que se arrogó el derecho de quitarle la vida, aunque alguna vez pudo haberla amado.
¿No recordó que dejaba sin mamá a su propio hijo y también a otro niño?
Y así este crimen se suma a la larga lista, que se aumenta día a día, de mujeres victimizadas por quienes fueron sus compañeros, esposos, concubinos, que en un rapto de ira descontrolada terminaron con una situación que en algún momento, sin duda, debe haber sido el sueño de compartir un camino, que tuvo, sin embargo, un fatal desenlace. (No debemos olvidar que en nuestro país cada 36 horas muere una mujer, víctima de femicidio).
Esta violencia, generalmente inexplicable hacia las mujeres, está representando de alguna manera la incapacidad de una sociedad de hacer respetar sus derechos humanos y sus libertades.
La Ley 26.485, que fue sancionada en nuestro país en 2008, tiene como finalidad sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, parece no ser tenida en cuenta. ¿Por qué? ¿Qué está fallando en esta sociedad? La Ley 26.485 de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres, con una enorme cantidad de artículos parece contemplar todos los aspectos de este flagelo, sin embargo este delito continúa, se acrecienta y nos hace pensar que existen muy escasos sentimientos y deseos de hacer cumplir cada uno de sus artículos.
¿Qué nos pasa como sociedad? ¿Cuándo despertaremos y aceptaremos de verdad que la solidaridad no sólo se manifiesta en la entrega de un alimento no perecedero o de ropa que ya no usamos, sino que se pone de manifiesto cuando nos duele, no sólo nuestro dolor, sino también el del prójimo y nos comprometemos y participamos, en cualquiera de las organizaciones que tienen como finalidad poder contribuir a la construcción de una sociedad mejor en la que no haya más Wandas, Claudias, Soledades, Roxanas y tantas otras que tuvieron una vida de sometimiento y un final estremecedor?
¿Cuántos “femicidios” tendrán que ocurrir para que haya una reacción positiva y se arbitren las medidas necesarias para llevar a cabo una verdadera lucha contra esta forma de proceder?
“Recordemos que el ‘femicidio’ está directamente asociado al grado de tolerancia que manifiesta la sociedad y el Estado frente a la violencia contra las mujeres” (sic).
Es el “machismo” llevado a su máxima expresión. Ahora bien: “Ningún hombre nace machista”, es la consecuencia directa de un modelo ideológico: “El patriarcado”. Por lo tanto, es de extrema urgencia realizar de forma ineludible las acciones para lograr cambiar esa mentalidad violenta y posesiva de muchos hombres. Recordemos que sus víctimas bien pudieron haber sido o podrán ser una hija, una hermana, una nieta, una sobrina nuestra.
¡Despertemos a la realidad! ¡Colaboremos participando!
Asociación “Verdad real, Justicia para todos”
La ceguera social ante la violencia de género
La violencia de género está tan arraigada y naturalizada en nuestra sociedad que puede ocupar la primera plana de periódicos, radio, televisión y redes sociales sin ser percibida ni reconocida por los propios medios de comunicación ni la mayoría de la gente.
¿Por qué a los medios les cuesta abordar las noticias de crímenes machistas desde un enfoque educativo de prevención y sensibilización?
En toda la cobertura realizada por los medios del país en este ultimo caso, que tiene atrapados a todos.
Hasta ahora, ninguno lo ha considerado un crimen machista. Se han destacado con absoluta normalidad los rasgos más peligrosos de un violador, se apuntó con morbosidad la humillación a la que fue sometida, la víctima por parte del victimario y sus alardes de machismo, por parte de varios medios.
Y la pregunta de rigor, dirigida a los medios periodísticos en general: ¿cuándo van a incorporar un manual de estilo para el tratamiento de la muerte de mujeres a manos de los hombres?
Cosificación y posesión son dos rasgos machistas típicos: el agresor que acaba agrediendo y ultimando a su víctima no ve a una mujer-sujeto, mujer-individuo ni toma en cuenta su libertad de elegir, su autonomía o voluntad.
Por otro lado, la posesión y posesividad reflejan su inseguridad y la necesidad de tener bajo control a una mujer.
Casi siempre que una mujer aparece asesinada, el móvil pasional aparece en la investigación policial como una de las más que posibles causas del crimen. Culpabilizar a la víctima de su propio femicidio es parte del imaginario patriarcal que reproducen los medios de comunicación.
También forma parte de la propaganda misógina señalar que “ella lo volvió loco” y que la alienación de él era una consecuencia de la negativa de ella
Y ni hablar del juez de Ejecución Penal Axel López. Este magistrado, machista patriarcal y corporativo, otorgó salidas transitorias a Juan Ernesto Cabeza, sobre quien pesaba una condena por 24 años. Tiempo atrás, dejó en libertad a Marcelo Pablo Díaz, acusado de asesinar a su vecina, la joven Soledad Bargna. Díaz gozaba de salidas transitorias mientras cumplía una condena a 12 años. En 2001 fue quien dejó salir de prisión a Ernesto Gabriel Gómez, acusado de asesinar a Miguel Lecuna, marido de Georgina Barbarosa.
Este juez Axel López, quien dejó en libertad a Juan Ernesto Cabeza, el remisero que confesó haber asesinado a la joven Tatiana Kolodziey quien fue encontrada muerta minutos antes de las 15 de este martes.
Que ya había sido sometido a juicio político por estos hechos a quien sus pares corporativos le votaron sobre 14, 13 a favor y sólo el voto de Carlos Kunkel, por la destitución.
Este crimen patriarcal es horrendo. Pero doblemente horrendo es que no pueda verse como un crimen machista a través de la mirada de los medios de comunicación.
Así funciona la ceguera social ante la violencia de género.
Daniel Massara