En primer término, Roger Illanes (ministro de Ciencia y Tecnología de la provincia y ex miembro del Centro de Investigaciones en Tecnologías Lactocárnicas -Citelac- de la Universidad) dialogó en exclusiva con este medio en la facultad, donde contó cómo fueron los comienzos para la construcción de la planta piloto para producir biodiésel.
“Nosotros habíamos hecho desde el Citelac, en el año 2004-2005, unos proyectos para Entre Ríos, uno de ellos era para obtención de etanol a partir de residuos libres celulósicos y el otro que era para aprovechar el marlo de maíz y así obtener un aditivo que en el país no se fabricaba y que se utiliza normalmente para los aceites para motores. Entonces, tomamos contactos con la cooperativa CAFER (Entre Ríos), que en ese momento estaban nucleadas todas en Federación Agraria y ahí se comenzó a hablar, porque ellos querían tratar de desojizar la zona, porque veían que estaba muy fuerte lo de la soja. Ellos querían comenzar a sembrar soja de primera y en vez de la de segunda sembrar colza, que es una semilla muy chica, que florece en invierno y es anual, por lo cual se agregaba valor sobre todo a la producción apícola. En ese interín, como ellos estaban propiciando la siembra de colza para obtener aceite, nosotros le propusimos (en 2002-2003) la idea de agregar valor para hacer biodiésel, por lo cual Federación Agraria tomó la idea, pero pasó un tiempo. En el año 2004 apareció un ingeniero de Federación Agraria, que había estado monitoreando sobre el tema y en el proyecto global, a consultarnos si nosotros podíamos encargarnos de hacer el diseño de la planta y demás”, explicó Illanes.
También apuntó que les preguntaron por qué los habían elegido y respondieron que habían estado en otras universidades como la de Buenos Aires (UBA) y la del Litoral, pero no habían tenido resultados. “Entonces se enteraron que nosotros estábamos trabajando en la etapa experimental de biodiésel (desde los años 90). Así, empezamos a trabajar en el diseño de la planta, a través un convenio tripartito entre Federación Agraria, la Universidad Tecnológica Nacional y la empresa metalúrgica de Tancacha (IMG), quienes se hicieron cargo de la construcción de la planta”, añadió.
Zona agrícola
En un primer momento se hizo un diseño que se montaba en un trailer, donde no estaba toda la planta completa, sino los equipos principales, la que estuvo por todas las ferias del país. “Lo que se hacía en ese momento era la extracción del aceite, luego su purificación y la reacción para producir biodiésel se lo cargaba al camión para que funcionara y todo el mundo viera el ciclo completo. Había mucha desconfianza con eso y nosotros le dimos un sesgo muy particular, porque pretendíamos plantas de un bajo nivel de producción para que se instalaran en la zona de producción agrícola, ya que la idea era dar un poco de valor agregado a la provincia de Córdoba para que no se fueran todas las oleaginosas a Rosario, porque sabíamos que las ganancias no quedaban en la provincia, sino en otro lado”, argumentó.
El primer prototipo de planta (denominado -por ellos- “00”) que diseñaron tuvo una impronta particular -en base a las características tecnológicas de las plantas de extracción de aceite-, porque no utilizaban solventes, ya que se hacía por prensado en frío y no se extraía todo el aceite. “También lo encadenamos por otro lado, porque tiene una harina residual que contiene de un 6% a un 8% de aceite, que viene espectacularmente para la formulación de alimentos balanceados, porque si no hay que agregarle un aporte energético a las proteínas de la soja y con esta forma nos quedaba listo para producir alimentos para cerdos y pollos”, amplió el actual ministro de Ciencia y Tecnología de la provincia.
En esa línea, continuó diciendo: “Proponíamos plantas chicas de producción para autoconsumo, justo en ese momento se estaba debatiendo la Ley de Biocombustibles, donde nosotros también tuvimos intervención para plantear lo que nosotros veíamos y salió una ley donde se aparó el surgimiento de estas plantas que no existían en ningún lado y que iban a hacer los propios productores agropecuarios, que en base a la conformación de una asociación entre ellos podían producir biocombustibles. También, se puso en vigencia la Ley de Maquila que existe en la zona de Cuya, donde el productor agropecuario entrega su materia prima a una planta de producción para que la procesen, pero el productor sigue siendo dueño de la materia prima y la planta te cobra por el procesamiento y después te devuelve todo el producto. Esa Ley se adosó a esta nueva idea, por lo cual el productor de semillas oleaginosas entrega a la planta procesadora y se le devolvía el aceite, por un lado, y la harina proteica, por otro”.
Después de un año y medio de trabajo y experimentación con el prototipo “00” se desmontó y se construyó el tipo “01”, el cual se instaló fijo en Tancacha, donde se realizaron las primeras modificaciones y se puso la planta a punto. “Se escaló en función a la cantidad de aceite que se podía obtener por día, de acuerdo al equipamiento que existía para el procesamiento de la semilla, lo que dio aproximadamente 30 toneladas de soja por día, lo cual equivale en aceite a 4.000 litros por día. Esto significa que trabajando todo el año es alrededor de 800.000 a un millón de litros de biodiésel, lo que sirve para trabajar unas 20 mil hectáreas”, destacó Roger Illanes.
La mayoría
Según el entrevistado, el desarrollo de la planta de biodiésel se discutió mucho, pero la idea no cerraba muy bien. En ese sentido, se fueron haciendo mejoras para optimizar la planta. De las 12 plantas que existen en el país, la mayoría se ubica en la provincia de Córdoba, una en Buenos Aires y la otra en Santa Fe.
“También utilizamos la planta piloto de Tancacha para investigar con otras líneas de materias primas, por lo que utilizamos aceite de cualquier tipo (de algodón, de girasol, de soja) e hicimos unas pequeñas modificaciones en las líneas para que se adapte a otro tipo de aceite. Mientras, se trabajaba en el laboratorio para utilizar grasas animales, entonces adaptamos la planta para utilizar grasa de cerdo, pollo y vacuna”, remarcó.
Además, Illanes afirmó: “Prácticamente la planta funciona con cualquier tipo de material oleaginoso, en el caso de las grasas animales hay que agregar un equipo más. Así, tratando de seguir optimizando, surgió el prototipo 02, donde independizamos un poco lo que era extracción y tratamiento de aceite para hacerlo apto para la reacción y así dejamos como parte crítica el reactor y también todo lo que sea purificación de biodiésel posterior. Y esos son los diseños que andan dando vuelta ahora y que afortunadamente dan un combustible para adaptarse a las normas CTM (norteamericanas) y a las europeas, es decir, que cumplen con todas las normas”.
Otra de las características de estas plantas es que son de bajo costo, de manejo manual porque en el campo no hay gente especializada, pero el diseño presenta la posibilidad de automatizarla, lo que depende de la zona donde está. “Creo que una cosa importante que introdujimos en eso es que la reacción química necesita calentar y para eso en cualquier industria hay una caldera, pero el calderista necesita tener un carné especial (con su sueldo diferenciado), además, la caldera tiene que ser monitoreada anualmente por la cuestión de la habilitación. Entonces, nosotros diseñamos un equipo que es como un termotanque, el cual funcionaba como una caldera pero a presión atmosférica, lo cual elimina los posibles problemas de la caldera, donde sólo necesita una fuente de calentamiento”, declaró.
La construcción
Con respecto a si existe un acompañamiento desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la provincia, remarcó que “se trata de no incidir en los desarrollos que alguien hizo anteriormente, sino apoyando de alguna manera, siempre estamos brindándole una mano a la gente que quiere hacer algo. Estamos, en este momento, trabajando paulatinamente para la construcción de una planta para el corte de 50.000 toneladas año (similares a la planta que existen en Rosario). Lo que queremos que sea con tecnología argentina, sobre todo que sea de origen cordobés a través de nuestros ingenieros y fábricas”.