Escribe: Malena Muñiz
Especial para EL DIARIO
El Salar de Uyuni configura uno de los atractivos naturales más impactantes de la bella Bolivia. Ubicado a más de 3.600 metros sobre el nivel del mar, y con una extensión de 12.000 kilómetros cuadrados de superficie, es el espejo de sal más grande del mundo.
Enclavada al sur de Oruro y al oeste de Potosí, la ciudad de Uyuni es la puerta de entrada a esa inmensidad blanca que invita a la contemplación. El Salar está rodeado de montañas y volcanes, los cuales alcanzan los 5.000 metros de altura sobre el nivel del mar. No sólo es rico en paisajes indescriptibles, también es una de las reservas de Litio más extensas del globo. El lugar se extiende por 150 kilómetros de norte a sur, y por 250 de este a oeste. Tiene una profundidad de sal que varía desde los 10 centímetros a los 8 metros, y se estima que contiene aproximadamente 10 billones de toneladas de minerales. Números que ayudan a comprender por qué el Salar de Uyuni es el único fenómeno natural brillante que puede verse desde el espacio. No en vano es empleado para la calibración de satélites. Así, resulta lógico que muchas sean las excursiones que los lugareños ofrecen apenas se pisa el bulevar central de la localidad. Algunas opciones consisten en recorrer el salar y sitios característicos durante un día. En el transcurso de la jornada, los viajeros visitan hoteles de sal y disfrutan del almuerzo en el interior de uno ellos. Mientras tanto, pueden apreciar esculturas, mesas y sillas, cuyo elemento principal es la sal. Otras excursiones contemplan una o dos noches en alguno de los alojamientos, y numerosos paseos en las inmediaciones de semejante belleza natural. Una vez sobre esa planicie radiante, la Isla Incahuasi aparece como parada obligada. Generalmente confundida con la Isla del Pescado, se alza en la parte central del Salar. Allí se identificaron siete sitios arqueológicos de tipo Tiwanakota, dos ruinas incas, 30 cavernas y 12 túneles naturales. Una caminata por sus senderos permite el encuentro con los cactus gigantes Trichocereus pasacana, que pueden llegar a medir más de 10 metros de altura. Al arribar a la cima, el afortunado visitante contempla la llanura salina de Uyuni, los turistas como pequeños puntos en el paisaje, y unos atardeceres de antología. También se pueden avistar géiseres, formaciones rocosas y pozos volcánicos que habitan en la zona, y que hacen remontarnos a la época de la formación de la tierra. A lo largo del recorrido, también cabe la posibilidad de conocer a los miembros de distintas comunidades de raigambre quechua, dueñas de tradiciones y costumbres asentadas en el suelo andino. Pasear en medio de este lago de sal es una experiencia extraordinaria, sobre todo durante el invierno, cuando el azul intenso del cielo contrasta con el blanco brillante de la costra de sal. En días nubosos, el horizonte se difumina hasta desaparecer, y diferenciar la tierra del cielo se convierte en una difícil tarea. Asimismo, Uyuni supone un espacio ideal para la fotografía y el turismo aventura. Para quienes quieran continuar en viaje, y profundizar en tales actividades, la Reserva nacional de fauna andina Eduardo Avaroa y las lagunas Verde y Colorada son otros puntos recomendables. Y es que en el Altiplano Boliviano, atractivos no faltan.